Deje que el Señor le haga competente: confíe en Él, y permítale vivir en y a través de usted.
2 Corintios 3.1-6
Pablo nunca afirmó que era capaz de lograr todo lo que Dios lo llamó a hacer. Simplemente aprendió a mirar más allá de su propia incompetencia, a la competencia de Cristo. Si adoptamos la misma práctica, podremos descubrir las bendiciones ocultas en nuestras experiencias de incompetencia.
Nuestra insuficiencia nos lleva a Dios. Cuando nos damos cuenta de que una situación es más grande de lo que podemos manejar, nos apresuramos a abrir la Biblia y orar en busca de orientación y poder.
La incompetencia nos libera de la carga de tener que luchar con nuestras propias fuerzas. El Señor nos tiene justo donde nos quiere, sin nada que podamos ofrecer.
La incompetencia lleva a la dependencia del poder divino. Nunca seremos competentes hasta que recurramos al poder del Espíritu Santo. Él hace en nosotros y a través nuestro lo que Dios nunca quiso que hiciéramos con nuestras propias fuerzas.
Al utilizar personas poco capaces, Dios demuestra cuán grandes cosas puede hacer. El Señor se deleita escogiendo a personas que no prometen nada, para realizar sus propósitos. No hay límite a lo que Él puede hacer por medio de alguien dispuesto a darle el control total.
El sentimiento de incompetencia desafía nuestra fe. Pablo dice: “Nuestra competencia proviene de Dios” (2 Co 3.5). Quienes se enfocan en la fiabilidad de esta promesa y dan un paso de obediencia, crecerán en la fe.
¿Por qué sufrir el temor, la presión y la frustración que acompañan los sentimientos de insuficiencia, cuando hay una alternativa? Deje que el Señor le haga competente: confíe en Él, y permítale vivir en y a través de usted.
Devocional original de Ministerios En Contacto