Un corazón compasivo no se logra por medio del esfuerzo propio sino mediante una vida enfocada en Dios.
Colosenses 3.12-14
¿Alguna vez ha notado que hay personas más compasivas que otras? Tal vez sea por su personalidad. Sin embargo, en la Biblia, se nos dice que nos revistamos de un corazón compasivo (cf. Col 3.12). Cuando la empatía no nos surge de manera natural, podemos llegar a preguntarnos si algo anda mal con nosotros. Entonces, ¿qué debemos hacer para desarrollar nuestro sentido de compasión? Aunque no podemos escoger nuestras emociones, podemos cambiar nuestra mentalidad, lo que a su vez afecta nuestras emociones. La compasión solo es posible cuando pensamos en los demás antes que en nosotros. El egocentrismo nos impide ver las necesidades y las heridas de quienes nos rodean y actuar en beneficio de ellos. Lo que necesitamos es una mente renovada.
Todos nacemos con una naturaleza egoísta y pecaminosa, conocida como el “viejo yo”. Pero cuando una persona pone su confianza en Cristo, recibe un “nuevo yo” creado en justicia por Dios. (Véase Ef 4.22-24). A medida que nuestra mente se renueva con la Palabra de Dios y crecemos en obediencia, el amor y la compasión de Cristo comienzan a fluir a través de nosotros. En vez de ser ajenos al sufrimiento que nos rodea, Dios nos abrirá los ojos y nos usará para consolar a los necesitados. Un corazón compasivo no se logra por medio del esfuerzo propio sino mediante una vida enfocada en Dios. Cuando nos acercamos a Él por medio de su Palabra y su Hijo, transforma nuestro enfoque, pensamientos y sentimientos. ¡Qué alivio saber que Dios ha provisto todo lo que necesitamos para imitar a Cristo! Él siempre nos capacita para obedecer.
Devocional original de Ministerios En Contacto