Aspira siempre por cosas más grandes, pero alcánzalas de la forma correcta.
Hoy día, conocemos personas que están donde están, porque se les enseñó que no pueden pasar por la vida haciendo menos de lo requerido. Son personas que aprendieron que, para llegar más lejos, hay que trabajar más de lo esperado. En nuestra sociedad, y aún en la iglesia, bajamos el estándar. Todos los que asistimos a la iglesia, debemos estar sirviendo en algún ministerio, sea donde sea. Se supone que nosotros, como siervos de Dios, debemos llegar a la iglesia a servir en lo que sea necesario, sin esperar que alguien nos agradezca.
En Mateo 20, encontramos una historia un poco particular, versos 21 en adelante: “Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda. 22 Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos. 23 Él les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. 24 Cuando los diez oyeron esto, se enojaron contra los dos hermanos.” Mateo 20:21-24.
Jesús andaba con doce que tenían el corazón distanciado de él. En esta historia, vemos a dos discípulos valientes que usaron a su madre para pedirle a Jesús el sentarse a la derecha y a la izquierda; en otras palabras, para buscar una posición de prestigio. Su ambición era estar al lado de alguien grande; sin embargo, esa posición no le correspondía a Jesús entregarla, sino al Padre. Por otro lado, en el verso 24, leemos que los otros diez discípulos se molestaron, pero fue por el hecho de que estos dos se atrevieron a pedirle a Jesús lo que ellos también anhelaban. Ahora, Jesús hace una aclaración más adelante que es de suma importancia: “26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” Mateo 20:26-28.
Ahora, Jesús nunca canceló la ambición en sus discípulos en llegar a su derecha o a su izquierda; más bien les dijo que, para llegar a ella, que para ser grande, debían servir. Aquel que desee ser más grande entre otros, debe ser el que más sirva. En esta escritura, el problema nunca fue el aspirar a la silla, sino el aspirar a ella y tratar de obtenerla de la forma incorrecta. Jesús no buscaba cancelar su ambición, más bien buscó provocarla, pero dirigida al servicio.
Debes aprender a rodearte de tres tipos de personas: Primero, personas que estén por debajo de ti, para que tú les puedas ayudar. Segundo, gente que esté a tu nivel, para que te sientas cómodo. Tercero, gente que provoque en ti admiración, para que sepas, que hay más cosas por las que puedes aspirar y soñar. Muchos no acostumbran a rodearse de este tercer tipo de personas, para no sentir la presión de que hay alguien que tiene más que tú, o que es más grande que tú. Pero, hoy, debes aprender a rodearte de gente que tenga más de lo que tú tienes, para que así sepas que hay más por aspirar.
Para tú crecer en esta vida, no basta con ayudar aquellos que estén por debajo de ti, y con sentirte cómodo con personas en tu nivel; debes tener siempre algo más por lo que aspirar. Por eso, Jesús nunca anuló las ambiciones de sus discípulos; más bien, les enseñó cómo alcanzarlas. En tu vida, no permitas que nadie cancele tus ambiciones. Aspira siempre por cosas más grandes, pero alcánzalas de la forma correcta. Hoy debes decidir, si aspiras por la silla que el hombre puede darte, o aspiras por la silla que Dios tiene reservada para ti.
Devocional original de Otoniel Font