Hoy, el Espíritu Santo sigue trabajando para poner bajo convicción de pecado a hombres y mujeres.
Hechos 26.1-20
¿Conoce a alguien cuya mente esté cerrada al evangelio? Eso describe a muchas personas, y a menudo nos desalienta que, a pesar de nuestras oraciones por ellas, no puedan ver su necesidad del Salvador. La manera en que las personas reaccionan ante el evangelio varía. Hay quienes tienen fe con rapidez, mientras que otras se resisten. Quienes rechazan a Cristo pueden manifestar una indiferencia cortés, o ser antagónicos hacia quienes hablen de Él. A veces nos preguntamos si el mensaje de salvación de Dios puede penetrar en aquellos cuyas mentes están cerradas.
La respuesta es sí, y la prueba está en Hechos 9.1-18, el relato sobre la conversión de Saulo de Tarso (más tarde conocido como el apóstol Pablo). Saulo era un devoto fariseo que profesaba fe en Dios-Padre, pero rechazaba al Señor Jesús como Dios-Hijo. Con odio hacia todos los que seguían al Mesías, Saulo perseguía a los creyentes y los obligaba a retractarse de su fe en Cristo.
Pero Saulo no podía rivalizar con el Dios omnipotente. El Espíritu Santo convenció a este hombre violento de su pecado, le dio una conciencia de su propia necesidad de salvación, y le reveló que Cristo era el único Salvador. Entonces los ojos espiritualmente ciegos de Saulo fueron abiertos. Hoy, el Espíritu Santo sigue trabajando para poner bajo convicción de pecado a hombres y mujeres. Usa la vida y los testimonios de los creyentes para revelar la verdad acerca del Salvador a quienes tienen una mente cerrada y un corazón duro. Si usted está tratando de evangelizar a alguien así, no se desanime y siga orando por la salvación de esa persona. Luego, descanse en el poder de Dios para salvar.
Devocional original de Ministerios En Contacto