Las tormentas de la vida pueden atrofiar o acelerar nuestro crecimiento espiritual.
Salmo 107.23-32
¿Cómo reacciona usted en una tormenta eléctrica? ¿Tiembla de miedo bajo las sábanas o recuerda las palabras del Salmo 29: “Resuena el trueno del Dios de gloria… la voz del Señor resuena majestuosa” (Sal 29.3, 4 NVI)? Así como nuestras reacciones al mal tiempo varían según nuestra perspectiva, también lo hacen nuestras reacciones a las pruebas.
Las tormentas de la vida pueden atrofiar o acelerar nuestro crecimiento espiritual. El factor determinante es nuestra reacción. Algunas personas claman con humildad al Señor, mientras que otras se enojan o se frustran con Él. Otras lo ignoran e intentan resolver las cosas, al buscar soluciones por todas partes, menos en la Palabra de Dios.
Alejarse del Señor da como resultado un corazón endurecido para el incrédulo, y disciplina para el creyente. Dios quiere que nos rindamos a su voluntad, porque si somos orgullosos o egocéntricos no seremos útiles para su gloria. Es por eso que trae tormentas a nuestro camino —para enseñarnos a confiar en Él.
Cuando el Señor permite la adversidad, ¿la acepta como algo diseñado para el bien suyo o intenta hacer que Dios cambie su voluntad para con usted? Por difíciles que sean, las tormentas tienen el propósito de producir un carácter piadoso en nosotros.
Devocional original de Ministerios En Contacto