Desastres naturales, guerras y disturbios pueden afectarnos a todos, pero no pueden controlar el corazón del creyente.
Hebreos 12.25-29
Hace diecisiete años, los Estados Unidos de América experimentó un ataque terrorista. Nuestro pueblo sufrió una sacudida al darse cuenta de que el país no estaba tan seguro como pensábamos. Por supuesto, nos sentimos acongojados por los hechos que ocurrieron y por las vidas que se perdieron de una manera tan trágica. Pero al mismo tiempo, la horrible situación llevó a algunos resultados positivos. Por ejemplo, nuestra nación se unió y personas sirvieron con valentía y altruismo. Uno de los mayores beneficios fue que muchos nos dimos cuenta de nuestra gran dependencia de Dios. La seguridad en este mundo es una ilusión. Lamentablemente, la paz y las bendiciones que hemos experimentado en los Estados Unidos nos han llevado a mucha complacencia y autodependencia. A veces necesitamos ser sacados de nuestro olvido para confiar en Jesucristo.
Escuchar las noticias en estos días puede sacudir nuestra sensación de bienestar. Siempre sucede algo inquietante. Pero como creyentes, debemos mirar la vida desde la perspectiva de la resurrección. Somos hijos del Dios vivo, no personas que buscamos seguridad solo en el mundo natural y secular. Nuestra esperanza y refugio es firme: por medio de Jesucristo, nuestra relación con el Señor es eterna. Todo lo demás que poseemos puede ser destruido en cualquier momento. Desastres naturales, guerras y disturbios pueden afectarnos a todos, pero no pueden controlar el corazón del creyente. Deje que su esperanza descanse solo en Cristo. Solo al encontrar seguridad en los brazos del Dios todopoderoso, podemos soportar los tiempos de incertidumbre.
Devocional original de Ministerios En Contacto