Mateo 4.1 | Reina-Valera 1960
«Jesús fue… tentado».
La tentación de Cristo en el desierto responde a estas dos preguntas: (1) ¿Quién es tentado? ¡Todo el mundo! Si Jesús fue tentado, tú también lo serás. Ahora bien, puedes salir victorioso sobre la tentación, pero no te bastará con solo orar pidiendo que desaparezca. Satanás trató distintos métodos con Jesús y hará lo mismo contigo. Ser tentado no significa que no estás en la voluntad de Dios, simplemente quiere decir que Satanás no cede su dominio en tu vida sin antes pelear. La batalla comienza en el momento en que decides servir al Señor y los ataques llegan diariamente. Por eso Efesios 6.11 dice: «Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo». (2) ¿Cuándo eres tentado? Cuando tienes un importante papel que desempeñar en el plan de Dios eres un blanco valioso para el diablo y te atacará constantemente. Mateo narra: «Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo». Sin embargo, fíjate en lo que había ocurrido justo antes de esto. En Mateo 3.16-17 dice: «Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia». Por lo tanto, la tentación es un elogio; prueba que Dios te ha llamado. Y también es una confirmación; es evidencia de que estás caminando en su voluntad. Después de la tentación, leemos en Lucas 4.14: «Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea». ¡Y tú harás lo mismo!
Por lo tanto, la tentación es un elogio; prueba que Dios te ha llamado. Y también es una confirmación; es evidencia de que estás caminando en su voluntad.
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