El Señor a menudo es representado como el Juez sentado en el cielo y listo para repartir venganza a diestra y siniestra por la desobediencia.

Salmo 9

El Señor a menudo es representado como el Juez sentado en el cielo y listo para repartir venganza a diestra y siniestra por la desobediencia. Pero también se presenta como Dios bueno y amoroso que perdona con rapidez. Aunque ambos aspectos de su naturaleza son ciertos, a la mente humana se le dificulta comprender cómo pueden coexistir en el mismo ser. Desde nuestra limitada perspectiva terrenal, el Señor puede no parecer siempre bueno. Las personas que luchan por aceptar su bondad, miran a menudo a su alrededor y se preguntan por qué no detiene el mal y el sufrimiento en el mundo. O piensan en el juicio venidero y se preguntan cómo puede Dios condenar a alguien al infierno. La ironía de este razonamiento es que encuentra fallas tanto en el permiso por parte del Señor del mal presente, como en su futuro juicio intolerante del mal en la eternidad.

En realidad, ambos extremos demuestran la bondad de nuestro Padre celestial. Dios no descarta de inmediato a quienes lo rechazan o desobedecen; en vez de eso, espera con paciencia que nos arrepintamos y aceptemos el perdón de los pecados que está disponible solo en Jesucristo. Pero en el juicio final, el Señor no dejará impune al culpable. Si lo hiciera, dejaría de ser bueno. Solo cuando lleguemos al cielo comprenderemos la santidad absoluta de Dios y la profundidad de la depravación del pecado. Entonces entenderemos la necesidad del infierno y la bondad de un Salvador que murió para salvarnos. Mientras tanto, regocíjese sabiendo que su Juez es bueno.

Devocional original de Ministerios En Contacto

El buen Juez

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