Una actitud calmada en tiempos de adversidad puede ser un testimonio poderoso de la obra transformadora de Dios.

Colosenses 3.12-14

En un día cualquiera, podemos encontrar personas y situaciones frustrantes, como un conductor lento, un niño revoltoso, o un compañero de trabajo poco colaborador. Podemos sentir la tentación de estallar de ira, pero Dios quiere que mantengamos la calma y seamos pacientes con todos (1 Ts 5.14). Y de hecho, existe un buen número de razones por las cuales debemos ser pacientes:

Nuestro llamamiento. Aunque una vez estuvimos alejados del Señor, hemos sido hechos parte de su familia por medio de la sangre de Cristo. Como hijos de Dios, estamos llamados a tener una vida digna de Él, caracterizada por humildad, mansedumbre y paciencia (Ef 4.1-3).

La enseñanza de la Biblia. Ella nos dice que seamos tolerantes unos con otros, que llevemos mutuamente nuestras cargas y que respondamos con benignidad (Gá 6.1, 2).

El ejemplo de Cristo. Él demostró paciencia ante las acciones de Pedro, las exigencias de las multitudes y las falsas acusaciones de los líderes.

Las buenas relaciones. Nuestra impaciencia puede herir a otros y bloquear el diálogo. Responder con calma da lugar a que la otra persona confiese su falta, explique su actitud y haga cambios.

La aprobación de Dios. Debemos tener presente que cuando soportamos calladamente nuestro sufrimiento, ganamos la benevolencia del Señor (1 P 2.20).

El Espíritu Santo nos está conformando a la imagen de Cristo. Si cooperamos con Él, desarrollará en nosotros la paciencia cuando esperemos o seamos provocados. Una actitud calmada en tiempos de adversidad puede ser un testimonio poderoso de la obra transformadora de Dios.

Devocional original de Ministerios En Contacto

El desarrollo de la paciencia

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