El Señor prometió darnos un Guía interior que estaría siempre presente.
Todos los hijos de Dios estamos en un peregrinaje. Mientras viajamos a través de la vida en camino a nuestro hogar eterno, enfrentaremos una multitud de decisiones. Las bifurcaciones en la vía y las intersecciones sin letreros nos retarán y frustrarán. En tales circunstancias, ¿cómo podemos saber qué camino tomar?
El Señor prometió darnos un Guía interior que estaría siempre presente. Desde el momento de la salvación, el Espíritu Santo viene a morar en la persona que acepta a Cristo como Señor y Salvador. Como una brújula, el Espíritu Santo nos dirige exactamente por el camino correcto en cualquier decisión. Él jamás se equivoca.
Usted pudiera estar pensando: Si el Espíritu Santo está viviendo en mí, y nunca se equivoca, ¿por qué sigo cometiendo errores? Su dirección es siempre correcta, pero nuestra recepción no siempre es clara. Someterse al Señor es un requisito esencial para recibir su dirección. No podemos tolerar el pecado y seguir nuestro propio camino, y esperar recibir su dirección.
El pecado hace a nuestra percepción de la clara dirección de Dios, lo que hace un imán a la aguja de una brújula. Si se coloca un imán junto a una brújula, la aguja apuntará en distintas direcciones. Asimismo, el pecado nos desvía.
Cuando no tenga clara una decisión, hágase estas preguntas: ¿Será glorificado Cristo con esta decisión? ¿Puedo hacer esto en el nombre de Jesús? Si la respuesta es no para cualquiera de ambas, no tome ese camino, porque el Espíritu Santo no le está guiando. Su dirección está alineada siempre con la Palabra de Dios, y trae gloria a Cristo.
Devocional original de Ministerios En Contacto