El mensaje que proclamamos no solo ofrece libertad de la condena por el pecado, sino que también da el poder para vivir en rectitud.

Éxodo 17.8-13

En la lectura de hoy, encontramos a la nación de Israel activa en combate con los amalecitas. Mientras Josué dirigía las tropas, Moisés subió a una colina desde donde divisaba el campo de batalla y, en actitud de oración, observaba la lucha. Los israelitas prevalecían mientras Moisés tenía levantados los brazos, pero cada vez que los bajaba dominaba el enemigo. Entonces Aarón y Hur lo ayudaban a mantener la postura que aseguraba la victoria.

Este relato histórico enseña una importante lección a todo creyente: las batallas de la vida se ganan o pierden en el lugar de oración. Podemos pensar que los conflictos se deciden en el campo de batalla, pero la victoria depende de que los hijos de Dios vengan ante su Padre y busquen su rostro. No es el tamaño de nuestro ejército o la potencia de las fuerzas de nuestros adversarios lo que determina el resultado final. Cuando pasamos tiempo a solas con Dios, somos equipados por Aquel que sabe desde el principio cómo será el final, y que comprende la realidad de todas las circunstancias, sin tener en cuenta las apariencias.

Dios prevé cada trampa y tentación de Satanás, así como discierne lo que la gente está pensando y tramando. Por tanto, es sensato confiar en su plan de batalla en vez de nuestros instintos, confiando en que no seremos derrotados.

La fe le permitirá mantener su mirada enfocada en el Señor, aun en medio de circunstancias atemorizantes. Cuando lo reconozca a Él como la fuente de todo lo que necesita, su sentido de orientación se aclarará. No importa qué enemigo esté enfrentando, Dios le indicará lo que necesita hacer para obtener la victoria.

Devocional original de Ministerios En Contacto

El evangelio de la libertad

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