El “éxito” es, a menudo, difícil de definir.

Filipenses 4.11-13

El “éxito” es, a menudo, difícil de definir. Nuestros ojos humanos lo ven en las ganancias de un empresario, en la fama de una estrella de cine y en la excepcional habilidad de un deportista. En cualquier campo asociamos, por lo general, el éxito con fama, dinero y poder.

Si estas fueran, verdaderamente, las maneras de medir el éxito, entonces no podríamos llamar “exitoso” al apóstol Pablo. ¿Fue él famoso? Su vida, en realidad, fue tristemente célebre. Era un notorio alborotador para los judíos y los estrictos gobernantes romanos.

¿Fue rico? Como un líder entre los judíos, probablemente lo fue. Sin embargo, cuando Jesucristo lo llamó para sembrar el evangelio en el mundo, su situación económica cambió rápidamente.

¿Fue poderoso? A los ojos del mundo era simplemente un predicador extraño e impetuoso de una nueva religión. Estuvo preso muchas veces, no tenía una presencia admirable y era víctima de un padecimiento que desconocemos (vea 2 Co 12.7).

Pero ¿no fue poderoso? Por sus propias fuerzas, Pablo era tan débil como cualquier otro hombre. Él dijo de sí: “Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico” (Ro 7.19 LBLA). Sin embargo, Pablo tenía acceso al poder más asombroso que el mundo había conocido: el poder en Jesucristo. Frente a la debilidad, exclamó: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil 4.13).

Ese mismo poder está disponible para usted hoy. Alabe a Dios por hacerle triunfador mediante su Hijo Jesucristo.

Devocional original de Ministerios En Contacto

El poder de Cristo

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