Todos deseamos tener éxito. Sin embargo, desearlo simplemente no garantizará su logro.
Filipenses 3.10-14
Todos deseamos tener éxito. Sin embargo, desearlo simplemente no garantizará su logro. Es por eso que muchas personas no logran sus metas; encuentran dificultades y se rinden. Hablemos de una de las características que se necesita para lograr lo que uno se ha propuesto.
La perseverancia es la combinación de un deseo fuerte y de la voluntad; es la capacidad de mantener el rumbo frente a la dificultad y negarse a renunciar. Pablo fue un ejemplo de esta cualidad. Tenía pasión por compartir el evangelio con judíos y gentiles en todo el mundo. Hechos 20.24 registra su propósito: “Que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”. Aunque encontró enormes obstáculos, como naufragios, cárceles, castigos físicos y peligros constantes, el apóstol nunca se rindió (2 Co 11.23-28).
¿Qué motivaba a Pablo a perseverar? Primero, tenía un objetivo claro dado por Dios y confiaba en que el Señor le permitiría lograrlo. Segundo, el apóstol se sentía con la deuda de compartir la verdad de la salvación. Tercero, sabía la perdición que espera a quienes no conocen a Jesús. Pablo tenía su mirada fija en su meta, la valoraba tanto que ninguna circunstancia podía desanimarlo. Al final, logró lo que el Dios todopoderoso había dispuesto.
El Padre celestial tiene grandes planes para nuestra vida. Aspirar algo diferente impedirá que logremos lo que Dios ha dispuesto para nosotros. Una vez que su dirección sea evidente, debemos buscar los propósitos de Dios con el poder y la guía del Espíritu Santo, especialmente cuando surjan dificultades. ¡No se rinda!
Devocional original de Ministerios En Contacto