Los seguidores de Cristo podemos ser atrapados por la trampa de tratar de justificar nuestras transgresiones.
Salmo 107.16-21
Los seguidores de Cristo podemos ser atrapados por la trampa de tratar de justificar nuestras transgresiones. Pero si renunciamos a todas las excusas que podamos inventar, todo puede reducirse a cuatro causas por las que nos rebelamos:
• Me niego a hacer lo que Dios manda. Existen maneras obvias de violar las leyes de Dios, como cometer un asesinato. Pero, más comúnmente, métodos sutiles y ocultos de desobediencia se convierten en obstáculos en nuestro camino. Entre estos métodos están albergar resentimiento o darle la espalda a las personas necesitadas.
• Busco lo que está prohibido. El Señor ha declarado prohibidas ciertas cosas (Ro 1.28-32; Gá 5.9-21). Él no desea arruinar nuestro placer, pero sabe que algunas acciones pueden tener consecuencias devastadoras.
• Busco lo que Dios permite, pero de una manera prohibida. En la vida cristiana disfrutamos de mucha libertad. Podemos tener dinero, éxito y relaciones afectivas. Pero los creyentes no tienen la libertad de lograr esas cosas mediante el robo, el engaño, la injusticia o cosas parecidas.
• Busco lo que Dios permite, pero en el momento que yo decido. La impaciencia es, a menudo, la causa por la que las personas terminan endeudadas o enredadas en relaciones negativas. Deciden buscar algo antes de tener la clara guía del Señor.
Cada vez que usted enfrente una decisión, hágase esta pregunta: ¿Qué es lo más sabio que puedo hacer? Después de esto, pídale al Señor dirección, y espere hasta que Él le responda. Si estamos haciendo la voluntad de Dios, nunca tendremos que inventar excusas.
Devocional original de Ministerios En Contacto