Cuando amamos nuestra ciudad y nuestra nación estamos dispuestos a orar por ella y a dar nuestro tiempo, nuestra vida y recursos, no cesamos hasta verla transformada por el Poder del Espíritu Santo y verla a los pies de Jesús. Que el Reino de Dios

Cuando amamos nuestra ciudad y nuestra nación estamos dispuestos a orar por ella y a dar nuestro tiempo, nuestra vida y recursos, no cesamos hasta verla transformada por el Poder del Espíritu Santo y verla a los pies de Jesús. Que el Reino de Dios