La oración es un recurso poderoso por medio del cual Dios actúa en este mundo.
Salmo 145.18-21
Durante mi infancia, mi madre y yo nos mudábamos muy a menudo, pero dondequiera que viviéramos, algo seguía igual. En cada casa, ella colgaba una placa cerca de la puerta que decía lo siguiente: “La oración lo cambia todo”. Sé que ella lo creía, porque pasaba mucho tiempo hablando con el Señor. Al escuchar nuestras peticiones, Dios responderá con toda seguridad si lo que pedimos está dentro de su voluntad (1 Jn 5.14, 15). Cuando oramos para que se haga su voluntad, nuestro corazón comienza a valorar lo que Él valora, poniéndonos en sintonía con el Espíritu Santo. Si deseamos con sinceridad lo mejor para nuestra vida, Él responderá a nuestras oraciones de una manera más hermosa de lo que jamás hubiéramos podido imaginar.
Un propósito primordial de la oración es descubrir la voluntad del Señor para nuestra vida. Cuando buscamos sus caminos, Él trabaja en nuestros corazones y mentes para guiarnos con su Palabra y desarrollar nuestro entendimiento de la situación. Entonces nuestros ojos se abren a su perspectiva para que podamos orar de acuerdo con su voluntad. Y cuando oramos para que su voluntad se cumpla en su tiempo, nos sorprendemos por lo que Él puede hacer. La oración es un recurso poderoso por medio del cual Dios actúa en este mundo. Lo asombroso es que el Señor nos ha dado el privilegio de participar en su obra con tan solo hablar con Él. No es que cambiemos nada mediante la oración, sino que Él ha escogido traer el cambio en conjunción con nuestras peticiones. No tenemos la facultad de salvar a los incrédulos, sanar a los enfermos, o vencer el mal, pero podemos orar y ver a Dios intervenir con poder en nuestra vida, hogares, iglesias y mundo.
Devocional original de Ministerios En Contacto