El elogio puede ayudarnos a convertirnos en las personas que Dios quiere que seamos, o puede llevarnos al pecado del orgullo.
Proverbios 27.2
¿Cómo responde usted cuando alguien le felicita? Para algunas personas, el elogio es casi tan difícil de aceptar como la crítica. En especial para los creyentes, ya que la Palabra de Dios nos manda a ser humildes (Col 3.12). No obstante, todos hemos experimentado lo alentadora que puede ser una palabra de elogio. Muchos podemos recordar algún momento en que un padre, maestro, jefe o amigo expresaron su aprobación que nos motivó a hacer un mayor esfuerzo. Dios sabe que todos necesitamos aliento, y una manera de suplir tal necesidad es por medio de las palabras de otros. Por eso es importante abordar nuestra confusión con respecto a la mejor manera de dar y recibir elogios.
Reconozca el comentario dando gracias a la persona. No reste importancia a sus palabras de ninguna manera, ni explique las razones por las que no las merece.
Identifique la calidad del carácter que llevó a la otra persona a elogiarle. Por ejemplo, ¿tiene un espíritu de discernimiento, compasión o amor fuerte por los demás?
Exprese lo que significa el estímulo para usted. Si alguien le dice cómo disfrutó de su enseñanza, podría decir: “Eso me motiva a estudiar más para que Dios pueda usarme como Él desee”.
Cuando sea apropiado, incluya a otros en el elogio. Por ejemplo, si le felicitan por algo que fue un esfuerzo de grupo, asegúrese de reconocer las contribuciones de los demás. Esto no solo los anima a ellos, sino que también le protege a usted del orgullo.
El elogio puede ayudarnos a convertirnos en las personas que Dios quiere que seamos, o puede llevarnos al pecado del orgullo. Nuestra actitud y nuestra reacción son los factores determinantes.
Devocional original de Ministerios En Contacto