Poco antes de que Cristo terminara su misión en la Tierra, prometió enviar a los discípulos otro Ayudador: el Espíritu Santo.
Juan 14.16-20
¿El Espíritu Santo le parece un misterio? Aunque la Biblia habla a menudo de Dios el Padre y de Dios el Hijo, Dios el Espíritu Santo no se menciona tanto. Sin embargo, su persona y su trabajo son tan importantes como los de los otros miembros de la Trinidad. La Deidad está compuesta por tres Personas distintas, cada una Dios por completo con los mismos atributos divinos, pero con roles diferentes. Cada uno tiene un papel crucial en la salvación de un alma.
La santidad y la justicia del Padre celestial exigen que se pague el castigo por el pecado.
El Hijo se convirtió en el sacrificio sin pecado que satisfizo las justas demandas del Padre.
El Espíritu Santo convence y regenera al pecador para creer e invocar al Señor para salvación.
Poco antes de que Cristo terminara su misión en la Tierra, prometió enviar a los discípulos otro Ayudador: el Espíritu Santo. Dios el Espíritu es tan importante para nosotros, que Jesucristo dijo: “Les conviene que yo me vaya… si me voy, se lo enviaré a ustedes” (Jn 16.7 NVI). Es el Espíritu quien nos interpreta la Palabra de Dios y quien nos ayuda a recordarla y ponerla en práctica (Juan 14.26; Juan 16.13). Es, también, nuestro alentador que nos capacita para obedecer a Dios. El Espíritu Santo no nos atrae hacia Él, sino que busca glorificar siempre a Cristo (Juan 16.14). Quizás, por eso, parece más difícil de entender quién es. Pero si prestamos atención, veremos cómo nos moldea con esmero, como hace el alfarero con la arcilla, guiándonos, retándonos y transformándonos.
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