La guía de Dios es más valiosa que el consejo humano, pues Él es el único que lo sabe todo.

Génesis 16

Cuando enfrentamos situaciones difíciles es natural acudir a familiares y amigos en busca de ayuda. A veces, sus palabras amables y alentadoras pueden ser el catalizador que nos dirija al Señor. Sin embargo, siempre debemos examinar los consejos que recibimos. Aunque el consejo esté motivado por el amor y parezca bueno, si no coincide con la Palabra de Dios, debemos ignorarlo con gentileza. En Génesis 16, Sarai enfrentó una situación difícil. Aunque el Señor le había prometido un hijo a Abram, ambos estaban envejeciendo, y Sarai no había podido concebir. Como era estéril, se impacientó y sugirió a Abram que tuviera un hijo por medio de su criada Agar.

En vez de esperar y confiar en Dios, Sarai trató de cumplir la promesa divina a su manera. Abram decidió seguir el consejo de su esposa sin buscar la dirección del Señor. Después de todo, parecía tener sentido porque Dios le había prometido un hijo (Génesis 15.4) pero no había mencionado de manera específica a Sarai (véase Génesis 18.14). Sin embargo, la imprudente decisión de Abram de no esperar ni confiar en Dios, provocó tensiones y circunstancias difíciles.

Al igual que Abram, tendemos a prestar atención a los consejos que queremos escuchar. Sin embargo, cuando consultamos a nuestros seres queridos para obtener ayuda con decisiones trascendentales, es importante distinguir entre nuestros deseos carnales y la verdad bíblica. El consejo sabio siempre está acorde con la Palabra de Dios y nos señala los deseos y caminos de Dios. La próxima vez que busque una opinión de amigos o familiares, recuerde que ningún ser humano conoce todos los factores invisibles. Por lo tanto, siempre es mejor confiar en la Biblia y la sabiduría de Dios.

Devocional original de Ministerios En Contacto

Las consecuencias de un mal consejo

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