Somos responsables ante Dios y los demás, por igual.
Gálatas 5.13-15
Hace años, un amigo mío tomó algunas decisiones que cambiaron el curso de su vida. Había sido un pastor fiel, pero se convenció de que la libertad en Cristo significaba hacer casi cualquier cosa que quisiera. Le advertí que tales decisiones se volverían en su contra, pero se negó a rendir cuentas de sus acciones, y siguió por ese camino hasta que tuvo que dejar el ministerio. Hizo justo lo que el apóstol Pablo advirtió: usar la libertad como una oportunidad para pecar.
El contexto para la libertad en el pasaje de hoy es la Ley del Antiguo Testamento. Los creyentes somos libres de las exigencias de la Ley, y esto es así porque Jesucristo la cumplió al vivir sin pecar y al pagar el castigo por nuestro pecado con su muerte en la cruz. Nuestra salvación es por la gracia de Dios a través de la fe, no por buenas obras. Sin embargo, la libertad no anula la responsabilidad. Por ejemplo, somos libres de perseguir nuestros deseos, pero si decidimos desobedecer la ley, descubriremos que somos responsables ante los tribunales de cómo la usamos.
Examinémonos para asegurarnos de que no se haya colado ninguna actitud de libertad egoísta en nuestro pensamiento. La falta de sinceridad o voluntad para rendir cuentas, y el gran deseo de seguir nuestro propio camino, podrían ser indicios de ello. Si pusimos nuestra fe en Cristo para salvación, hemos sido liberados de la esclavitud del pecado, pero debemos usar esa libertad para obedecerlo y servir a otros con amor. Romanos 14.7 lo expresa de esta manera: “Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí”; es decir, somos responsables ante Dios y los demás, por igual.
Devocional original de Ministerios En Contacto