A veces queremos meter la mano en el plan de vuelo del Señor, pero ya lo tiene perfectamente planificado.

Muchos han disfrutado de un viaje en avión, pero no es lo mismo ser pasajero que ser piloto, ellos llevan la responsabilidad de toda la gente que va a bordo, reciben un entrenamiento específico, y están preparados para situaciones extremadamente complicadas. Les dan, además, un entrenamiento intenso para que puedan volar por instrumentos, esto significa que cuando no tienen visibilidad tienen que confiar en su tablero, en sus indicadores. Seguramente se han pasado por esas vicisitudes en el aire y si uno como pasajero sufre, ya puede imaginar cómo va el piloto porque hay tormenta, porque es de noche, va entre nubes y no se puede ver nada.

Esto es similar a lo que hacemos con nuestra vida, porque todos conducimos ese viaje de nuestra vida y la responsabilidad de los que llevamos a bordo, nuestra familia, nuestros compañeros, nuestro trabajo. Siempre llevamos gente a bordo y a veces no tenemos esa visibilidad y puede ser que la nave empiece a moverse y hasta podemos perder el control y podemos caernos. Así el Señor nos ha puesto aquí para conducirnos, pero también nos ha enseñado y nos ha dado un manual para volar por instrumentos, para confiar y para llegar al destino que Él ha planificado, se llama Palabra de Dios. ¿Cuántos leemos nuestra Biblia? Porque no es solamente el hecho de tenerla sino de leerla, porque así no podemos interpretar adecuadamente cómo va nuestro viaje, y damos lugar a que alguien pueda decirnos que vamos bien o que vamos mal, que vamos para la izquierda o vamos para la derecha pero no tenemos el pleno conocimiento.

Por eso es importante que conozcamos la Biblia, porque hoy hay muchas religiones, muchas creencias y muchas personas hablando de Dios, de Jesús pero no con las claras intenciones como las discierne la Palabra. El profeta Oseas dice que mi pueblo perece por falta de conocimiento, por eso los cristianos necesitamos tener un rumbo seguro, saber para dónde vamos y escudriñar la Palabra y así no seremos engañados. Tenemos que adoptar la actitud de la iglesia de Berea. Vamos a Hechos 17:10-11 Tan pronto como se hizo de noche, los hermanos enviaron a Pablo y a Silas a Berea, quienes al llegar se dirigieron a la sinagoga de los judíos. Éstos eran de sentimientos más nobles que los de Tesalónica, de modo que recibieron el mensaje con toda avidez y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que se les anunciaba. De manera que alguien puede estar hablando de Jesucristo, puede estar hablando de Dios, pero sin discernimiento, por eso es importante que verifiquemos cada palabra. La Escritura dice que la Biblia es inspirada por Dios y tiene muchas utilidades.

Hoy vamos a viajar juntos por todos los beneficios que la Palabra tiene para nuestra vida. En 2 Timoteo 3:16-17 podemos leer “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra”. Leer la Palabra de Dios nos hace cristianos diferentes, cristianos fuertes porque es el mayor alimento que podemos tener para ser fuertes en el espíritu, al leer la Palabra conocemos Su perfecta voluntad, que encontramos exactamente en la Escrituras. Jeremías 29:11 Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza. Y esa es la voluntad del Señor, esos planes maravillosos, ese amor que tiene por nosotros y en su inmenso amor, si nos arrepentimos de nuestros pecados, nos da ese amor y misericordia. Parafraseando el Salmo 139:16 habla perfectamente de cómo Él nos conoce y cómo tenemos que confiar en Él y tenemos que confiar en Su Palabra. Habla que sus ojos nos vieron en el vientre de nuestra madre y no había pasado ninguno de nuestros días y todos ya estaban diseñados por Él.

El viaje del que hablamos ya está perfectamente diseñado. A veces queremos meter la mano en el plan de vuelo del Señor, pero ya lo tiene perfectamente planificado, nada de lo que sucede a un ser humano está fuera del control del Señor, por lo tanto tenemos que conocer la Escritura para fortalecer nuestra fe y tenemos que practicar la Escritura para hacernos fuertes y para andar en la perfecta voluntad de Él. Esa voluntad es que vivamos bien los unos con los otros y que de alguna manera tengamos herramientas para no caer en tentaciones. Nos cuesta mucho llevar el control de esa nave, a veces no podemos controlar ni nuestra propia vida y queremos ayudar a otros. Por eso es tan importante leer la Palabra. Algo que nos ayuda a dirigirnos a nosotros mismos está en Proverbios 1:1-7 dice: Proverbios de Salomón hijo de David, rey de Israel: para adquirir sabiduría y disciplina; para discernir palabras de inteligencia; para recibir la corrección que dan la prudencia, la rectitud, la justicia y la equidad; para infundir sagacidad en los inexpertos, conocimiento y discreción en los jóvenes. Escuche esto el sabio, y aumente su saber; reciba dirección el entendido, para discernir el proverbio y la parábola, los dichos de los sabios y sus enigmas. El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la sabiduría y la disciplina.

Cuando se lee, se escrudiña la Palabra, se encuentra con eso que a uno le afectó, porque esa parte última era mi especialidad, necio. Despreciaba la sabiduría y la disciplina. Cuando nos ha tocado duro en la vida tenemos un riesgo, porque desde niños aprendemos a ser autosuficientes, aparentemente, y entonces decimos que no necesitamos nada, estamos bien, podemos salir adelante, somos exitosos, pero el Señor va trabajando con cada uno de nosotros y aquí tienen a una persona que rechazaba esa disciplina del Señor y despreciaba la sabiduría, pero llegó el día en que el Señor tuvo misericordia y ablandó su corazón, para decir ablanda tu corazón, acepta la sabiduría y la disciplina del Señor.

Al leer Su Palabra, nos reprende cuando tomamos nuestro propio camino. Seguramente se le viene a la memoria cuando su mamá lo reprendía. Por ejemplo, sus llegadas tarde. En mi tiempo era a las nueve de la noche el permiso, pero ahora es a las 12 y el jovencito no llega y los padres están preocupados, angustiados y haciéndose conjeturas y el teléfono apagado. La mejor excusa es se me terminó la carga. La mamá tiene razón de reprender a su hijo porque llega tarde. Es necesaria esa reprensión porque queremos hacer nuestra voluntad y necesitamos sujetarnos a la autoridad.

Esa reprensión nos da una advertencia y posiblemente la mamá le diga que no habrá una próxima vez para un permiso, si no hacemos caso.
Dios reprendió al pueblo de Israel y también nos reprende. Isaías 5:20-25 ¡Ay de los que llaman a lo malo bueno y a lo bueno malo, que tienen las tinieblas por luz y la luz por tinieblas, que tienen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! ¡Ay de los que se consideran sabios, de los que se creen inteligentes! ¡Ay de los valientes para beber vino, de los valentones que mezclan bebidas embriagantes, de los que por soborno absuelven al culpable, y le niegan sus derechos al indefenso! Por eso, así como las lenguas de fuego devoran la paja y el pasto seco se consume en las llamas, su raíz se pudrirá y, como el polvo, se disipará su flor. Y han desdeñado la palabra del Santo de Israel. Y esa última parte también es impactante. Toda la Palabra, pero hay cosas que impactan más, porque esa palabra desdeñado significa una actitud de indiferencia y despectiva hacia la Palabra.
Soy de San Andrés en Sololá, Guatemala. Y allí empezaban a predicar y obviamente no me gustaba, llegaba a molestar a las personas. No le puse atención a la Palabra de Dios, por eso cuando uno lee esto empieza a ver que el Señor está trabajando en su corazón, porque esa actitud de indiferencia y despectiva el Señor ha hecho que se cambie, que se revierta y que la convierta en amor hacia Él.

Al leer Su Palabra nos corrige y nos hace más como Él, que estemos hechos más a su semejanza y por eso nos corrige. Es difícil la corrección, pero le digo que cuando se tiene un corazón duro entonces el Señor lo corrige a uno de cierta manera. Recuerdo que cuando empecé a escuchar más del Señor empezaron los problemas y empezaron las correcciones. En el trabajo de tesis, antes de graduarse de la universidad, luego de revisarle la tesis varias veces le entregan la misma con correcciones cada vez. Estas representan las modificaciones necesarias que debe realizarle a su tesis para que sea aprobada. Cuando leemos la Biblia ella nos muestra lo que debemos corregir.

Uno de los primeros retos que tuve fue enfrentar la enfermedad letal de mi papá, empecé a acercarme a la Palabra, empecé a acercarme a Dios y cuando llegó el final de la vida de mi papá me dije: hoy sí me voy a portar bien, voy a andar por sus caminos, no quiero volver a pasar esto, pero mi corazón seguía necio, terco. Volví a cometer errores, volvía otra vez a esos malos pensamientos, volvía a ese carácter fuerte, enojado. Tuve otro acercamiento al Señor, cuando nace mi hija Andrea y es operada a los dos años y volví a decir: ahora sí, Señor. Y pasé por esas correcciones y cada vez ahora sí, pero en ese ahora sí se enfermó mi hija, mi esposa, mi mamá falleció y que duro fue esa corrección, porque he tenido que sufrirlo en carne propia. Pero el Señor dice no es necesario que sufras tanto si conoces mi Palabra y haces lo que yo te digo.

Empezó a corregirme con una lija calibre 16, esa que raspa, que de una vez quita todo. Es doloroso, y no le digo que no me sigue corrigiendo, me siguen pasando cosas, pero de aquella lija 16 ahora ya llegamos a la lija 4, esa es más suave, y siempre recibo esa corrección del Señor, pero ahora sé que es con amor y mi corazón y mi mente están dispuestos a recibirla. Necesitamos esa corrección y a eso nos enseña la Palabra, todo ser humano es corregido por la Palabra de Dios y aquí va para que escudriñe esta parte, en Efesios 4:17-32, Así que les digo esto y les insisto en el Señor: no vivan más con pensamientos frívolos como los paganos. A causa de la ignorancia que los domina y por la dureza de su corazón, éstos tienen oscurecido el entendimiento y están alejados de la vida que proviene de Dios. Han perdido toda vergüenza, se han entregado a la inmoralidad, y no se sacian de cometer toda clase de actos indecentes. No fue ésta la enseñanza que ustedes recibieron acerca de Cristo, si de veras se les habló y enseñó de Jesús según la verdad que está en él. Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad. Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo.

«Si se enojan, no pequen.» No dejen que el sol se ponga estando aún enojados, ni den cabida al diablo. El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados. Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan. No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención. Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
Esa renovación es la que queremos todos y esa es la enseñanza que nos da la Palabra del Señor, aquí tenemos ese horizonte perfectamente claro, si su avioncito se va moviendo a la derecha, se va moviendo a la izquierda, aquí tenemos el instrumento clave para enderezarlo. ¿Ya se dio cuenta? Ya no gritos, ya no ira, ya no malas conversaciones y a veces esas pequeñas cosas son las que no le agradan al Señor.

Al leer Su palabra, nos instruye en la justicia. El ser humano cuando escucha la palabra justicia piensa en la justicia del hombre, pero si fuera por la justicia del hombre muchos no estaríamos vivos acá, porque nuestros pecados son tan difíciles que ya no es suficiente la cárcel, tendríamos que estar muertos, pero la justicia de Dios ha hecho que Él perdone nuestros pecados y nos haga nuevas criaturas. La justicia de Dios es de amor, porque envió a Su Hijo para que pagara todos nuestros pecados y todas nuestras transgresiones. No ha sido un Dios vengativo, por el contrario, redimió todo lo que hicimos. Sabe que el ser humano, la sociedad y la familia necesitan del amor para vivir como Él nos ha mandado, por eso en Mateo 22:36-40 podemos leer —Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley? —Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente —le respondió Jesús —. Note que dice ama, ahí está el amor de nosotros hacia Él, primeramente. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: Ama a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.

De manera que si amamos al Señor con todo el corazón, con todo nuestra alma y mente tenemos que amar al prójimo también y esa es la justicia de Dios, porque Él por amor entregó a su Hijo Jesús y nosotros no podríamos habernos salvado por nada, por más obras que hagamos o por más cosas que hagamos no podemos salvarnos. Dios mandó a Jesucristo para justificarnos y por gracia, y la gracia es un favor inmerecido. Y cuando hablamos de justificación hablamos de libres de culpa, libres de pecado a través de Jesucristo. Esa es la justicia de Dios. Romanos 5:19-32 dice Ahora bien, sabemos que todo lo que dice la ley, lo dice a quienes están sujetos a ella, para que todo el mundo se calle la boca y quede convicto delante de Dios. Por tanto, nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la ley; más bien, mediante la ley cobramos conciencia del pecado. Pero ahora, sin la mediación de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, de la que dan testimonio la ley y los profetas. Analice el siguiente versículo. Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen.

¿Cuál es la justicia de Dios? Y ahí está la respuesta: Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay distinción, pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación que se recibe por la fe en su sangre, para así demostrar su justicia. Anteriormente, en su paciencia, Dios había pasado por alto los pecados; pero en el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar su justicia. De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús. ¿Dónde, pues, está la jactancia? Cuando hablamos de jactancia, hablamos de la persona que cree que todo lo puede resolver por sí misma, que puede ganarse todo, que puede resolver todo. Jactancia dice, un concepto del diccionario: vanidad que muestra una persona de sí misma y de sus cualidades.

¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál principio? ¿Por el de la observancia de la ley? No, sino por el de la fe. Porque sostenemos que todos somos justificados por la fe, y no por las obras que la ley exige. ¿Es acaso Dios sólo Dios de los judíos? ¿No lo es también de los gentiles? Sí, también es Dios de los gentiles, pues no hay más que un solo Dios. Él justificará por la fe a los que están circuncidados y, mediante esa misma fe, a los que no lo están. ¿Quiere decir que anulamos la ley con la fe? ¡De ninguna manera! Más bien, confirmamos la ley. Así que necesitamos entender la gracia y misericordia de Dios y creer en Jesucristo para tener salvación y vida eterna. Al leer Su palabra, nos capacita como siervos de Dios para realizar toda buena obra. Y cuáles son esas buenas obras, la primera es vivir en santidad para agradarle a Él, para vivir en armonía con los demás.

Capacitados para servirle en cualquier ministerio, para servirle en donde quiera que usted necesite hablar de Jesucristo y capacitados también para Él, para su servicio exclusivo y no para servirle a nadie, para eso el Señor nos ha capacitado. Así que leer Su Palabra tiene grandes beneficios, leer Su Palabra nos enseña, también nos corrige, nos enseña a vivir en justicia, la justicia de Dios y nos enseña a estar capacitados para toda buena obra y ojalá podamos decir como el salmista en el Salmo 119:1-12 Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del Señor. Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo buscan. Jamás hacen nada malo, sino que siguen los caminos de Dios. Tú has establecido tus preceptos, para que se cumplan fielmente. ¡Cuánto deseo afirmar mis caminos para cumplir tus decretos! No tendré que pasar vergüenzas cuando considere todos tus mandamientos. Te alabaré con integridad de corazón, cuando aprenda tus justos juicios. Tus decretos cumpliré; no me abandones del todo. ¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra. Yo te busco con todo el corazón; no dejes que me desvíe de tus mandamientos. En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti. ¡Bendito seas, Señor! ¡Enséñame tus decretos!

Con el corazón se cree para justicia, dice la Palabra del Señor, más con la boca se confiesa para salvación.

Devocional original de Jorge H. López

LOS BENEFICIOS DE LEER SU PALABRA

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