La obediencia de Abraham fue determinada por el entendimiento que tenía de Dios.
Génesis 22.4-18
Abraham comenzó a caminar con el Señor muchos años antes de que se le pidiera que ofreciera a Isaac sobre el altar. Su primer paso había sido dejar su tierra y sus parientes para ir a un lugar que Dios había prometido mostrarle. Pero ahora le estaba pidiendo que renunciara a la persona que él más amaba. Isaac era el hijo de la promesa, aquella por la cual Dios crearía una gran nación y bendeciría al mundo entero. Ofrecer a Isaac era el mayor reto que Abraham había enfrentado en su vida; sin embargo, obedeció.
El Señor nunca nos permite descansar en una altiplanicie espiritual. Es por eso que, a veces, prueba nuestra obediencia. Estas ocasiones para ensanchar nuestra fe son una expresión de su amor, porque Él sabe que estar detenidos no es lo mejor para nosotros. Las pruebas están hechas para ayudarnos a crecer en fe, obediencia y madurez espiritual, al mismo tiempo que hace mayor nuestra consagración a Dios. Así es como nos convertimos en servidores valiosos para su reino.
La obediencia de Abraham ante esta prueba crucial fue determinada por el entendimiento que tenía de Dios. Creía que el Señor cumpliría su promesa de darle descendientes por medio de Isaac, incluso si eso requería resucitar al joven de los muertos (He 11.17-19). Es por eso que Abraham dijo con confianza a sus criados: “Volveremos a vosotros” (Gn 22.5). Él sabía que el Señor era fiel.
Si está pasando por un momento de prueba, Dios está tratando de elevar su fe a un nuevo nivel. Quiere demostrarle que Él es fiel a sus promesas, y que le bendecirá en gran medida por su obediencia. El ensanchamiento de la fe puede ser doloroso, pero Dios le envolverá con su amor y le llevará a la victoria.
Devocional original de Ministerios En Contacto