El Espíritu Santo que mora en nosotros conoce nuestras necesidades y deseos, así como también la mente y la voluntad del Padre y los detalles de cada situación.
Juan 14.16-21
Estoy convencido de que, si entendiéramos de verdad lo que sucede durante la oración, invocaríamos al Señor con mayor frecuencia y con mayor confianza. Las oraciones del creyente no son solo palabras; tenemos el Espíritu Santo, quien se comunica por nosotros y lleva nuestras necesidades al Señor. El Espíritu Santo es parte de la Trinidad, así que conoce la mente de Dios de manera íntima (1 Co 2.11). Por ser omnisciente y omnipotente como el Padre, comprende por completo las circunstancias por las que oramos, incluso lo que no se ve o que nos desconcierta. Además, el Espíritu habita en cada creyente y conoce la mente y el corazón de cada uno de nosotros. Con este pleno conocimiento, el Espíritu Santo puede llevar a cabo su tarea de asegurarse de que nuestras peticiones coincidan con los deseos del Padre. A tal efecto, Él habla en nuestro espíritu y abre nuestra mente a las Sagradas Escrituras.
El hecho de que Dios da su Espíritu a todos los creyentes revela el valor que le da a la comunicación entre Él y sus hijos. Y así, nuestro Padre celestial provee el mejor Ayudador posible para asegurarnos de que podemos estar en sintonía con su voluntad; en otras palabras, siendo sabios, pacientes y entregados del todo a Él. Pero no tendremos ninguna de esas cualidades a menos que cultivemos el hábito de hablar con el Señor. Los cristianos no debemos sentirnos culpables por no estar seguros de cómo orar. El Espíritu Santo que mora en nosotros conoce nuestras necesidades y deseos, así como también la mente y la voluntad del Padre y los detalles de cada situación. Él habla a Dios a nuestro favor y nos enseña a orar.
Devocional original de Ministerios En Contacto