El creyente experimenta el perdón y la redención, y sucede algo maravilloso: la oscuridad es reemplazada con la luz y la justicia de Dios.

Efesios 5. 6-16

Ayer vimos que cuando andamos en santidad, cambiamos la dirección de nuestra vida vieja y dejamos una huella dondequiera que vamos. Consideremos ahora un aspecto más de esta nueva vida: caminar en la luz. (Véase 1 Juan 1.5-7).En 2 Corintios 6.14, el apóstol Pablo nos desafía a considerar esta pregunta: “¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?”. Nos dice que, así como Cristo y Satanás no pueden tener comunión el uno con el otro, tampoco pueden tener compañerismo el bien y el mal. En otras palabras, el pecado debe convertirse en algo extraño para todos los que conocen a Cristo como Salvador. Su Espíritu Santo nos ayuda a ser sensibles a la presencia del pecado.

La Biblia dice que antes de venir a Cristo, no solo estamos en tinieblas, sino que somos tinieblas. Los impíos tienen oscurecido su entendimiento, son ignorantes de la verdad, y están encallecidos en sus corazones y endurecidos en su espíritu; se han entregado al pecado. Todo esto cambia cuando una persona pone su fe en el Señor. El creyente experimenta el perdón y la redención, y sucede algo maravilloso: la oscuridad es reemplazada con la luz y la justicia de Dios. A todos los que eligen seguir a Dios se les da una nueva naturaleza (Efesios 5.17), pero los patrones del viejo yo permanecen. Usted puede pensar que, debido a que a veces lucha con el pecado, la vida de santidad es un objetivo inalcanzable. Pero no son sus propias fuerzas las que le hacen santo, sino el Espíritu Santo que mora en su corazón. Cuando usted hace de Cristo el centro de su vida y decide andar en su luz, Él le da poder para vivir en santidad.

Devocional original de Ministerios En Contacto

Andar en la luz

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