Dios hace una promesa, la fe lo cree, la esperanza la aguarda. y la paciencia espera tranquilamente su cumplimiento.
Isaías 57.10
Ayer vimos que Abraham no esperó que Dios le diera un hijo, sino que tomó las cosas en sus manos. Su decisión de no esperar el tiempo y el método de Dios revelan varias cosas acerca de él.
Primero, fue impaciente. Segundo, dudó. Aunque creía que Dios le daría un hijo, al pasar el tiempo sintió que se le estaba yendo la oportunidad. Tercero, fue orgulloso. Abraham quería que las cosas se hicieran a su manera, y creyó que la de él era muy buena. Por último, fue egocéntrico. Al actuar sin la dirección del Señor, Abraham mostró que esperaba que la voluntad de Dios girara alrededor de él. En realidad, estaba saliéndose del plan del Padre celestial.
Cuando decidimos manipular las circunstancias o el tiempo de Dios, vemos estas mismas cosas en nosotros. Lo que debemos hacer es esperar en el Señor, quien tiene un plan y un método, que fluyen de su amor y su sabiduría. Dios sabe qué es lo mejor, y nuestra tarea es buscar su dirección y depender de Él.
A veces, sabemos lo que Dios va a hacer, pero no estamos seguros de que actuará. Otras veces, no estamos seguros del resultado. Sin embargo, podemos tener la confianza de que Dios nos ama y que Él es todopoderoso. Si entendemos de verdad quien es el Señor, podremos confiar en Él; y si lo hacemos, podremos esperar por su tiempo perfecto.
Dios hace una promesa, la fe lo cree, la esperanza la aguarda. y la paciencia espera tranquilamente su cumplimiento. ¿Tiene usted suficiente confianza en el Señor para esperar con paciencia su tiempo y su voluntad?
Devocional original de Ministerios En Contacto