Cualquiera que sea la manera en que Dios decida obrar en nuestra vida, debemos confiar en Él.
2 Pedro 3.9-18
Dios obra en todas partes. En el primer versículo de la Biblia, crea los cielos y la Tierra. En los últimos versículos de Apocalipsis, llama a las personas a ser salvas. A lo largo de las Sagradas Escrituras y en el mundo de hoy, el Señor está activo en la vida de creyentes y no creyentes, aunque de maneras muy diferentes. Podremos ver a Dios obrar en nuestra vida si entendemos cómo opera de maneras tanto impresionantes, como al parecer, insignificantes. Cuando Moisés bajó del monte Sinaí con los Diez Mandamientos, todos pudieron ver en su rostro que había tenido un encuentro impactante con Dios. Por otro lado, José entró en la casa de Potifar como esclavo. Puede parecer una situación intrascendente, pero era importante en el plan de Dios para José.
De manera semejante, el trabajo de Dios en nosotros siempre tiene un propósito. Nuestra vida puede parecer rutinaria, pero Dios se ocupa cada día de conformarnos a la semejanza de Cristo. Puede permitir circunstancias que no nos gusten, pero tales situaciones logran su objetivo. Y podemos ver en los ejemplos de Gedeón y Sansón que Él trabaja de manera diferente en la vida de cada persona. Cualquiera que sea la manera en que Dios decida obrar en nuestra vida, debemos confiar en Él. Por ejemplo, el Señor le prometió a Abraham un hijo, pero esperó en silencio veinticinco años para cumplir su voto. Lo que nos parece lento no lo es para Dios. Está trabajando en la planificación perfecta de los acontecimientos. Nuestra paciencia para esperar en Él demuestra nuestra confianza, que es recompensada cuando nos acercamos cada vez más al propósito de Dios: que lleguemos a ser como el Señor Jesucristo.
Devocional original de Ministerios En Contacto