Pero Dios puede alcanzar a cualquiera, incluso a alguien hostil a la fe, como vimos con la conversión del apóstol Pablo.

Salmo 23

Hace poco hablé con una mujer que estaba desconsolada. Su padre estaba muriendo, y era indiferente para con su familia y con Dios. No deseaba ningún contacto, y se negaba a hablar de cualquier asunto espiritual.
Pero Dios puede alcanzar a cualquiera, incluso a alguien hostil a la fe, como vimos con la conversión del apóstol Pablo. Con todo, la Biblia también enseña que aunque el Señor es paciente, al final puede entregar a las personas a la dureza de sus corazones. Es decir, puede dejar que sigan su propio camino por su rechazo al Salvador.

Pero la situación es diferente para los creyentes. Cuando seguimos pecando, el Espíritu Santo nos convence para que volvamos al buen camino. En ese momento, podemos arrepentirnos con humildad y seguirlo, o ignorar su voz y seguir pecando. Si persistimos en el pecado, nuestro Padre seguirá llamándonos. Pero el peligro es que nuestros corazones puedan volverse insensibles y al final dejemos de escuchar las advertencias de Dios.
Gracias al Señor, somos sus hijos, y nos ama demasiado como para dejarnos permanecer en pecado. Aunque el castigo y la convicción nunca son agradables, Dios sabe que ir por el camino equivocado resultará en un pesar mucho mayor (Pr 3.12). El Señor es nuestro Pastor que usa su vara y su cayado para llevarnos con amor a pastos verdes. En la peregrinación de fe, las tentaciones prometen de manera falsa satisfacer nuestros anhelos. Manténgase cerca del Señor por medio de la oración y las Sagradas Escrituras. Escuche para poder obedecer cuando le llame a cambiar de rumbo. A la larga, caminar con Dios es lo que trae la mayor alegría.

Devocional original de Ministerios En Contacto

La convicción para el creyente

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