Aunque este es nuestro llamamiento como creyentes, eso no significa que compartir el evangelio sea fácil. Pida al Señor valentía y compasión para anunciarlo, y para que los corazones de las personas reciban la verdad de Dios.
Romanos 10.1-15
¿Por qué hay misioneros dispuestos a dejar su tierra y aprender nuevas costumbres e idiomas? ¿Por qué la gente abandona sus comodidades para hablar de Jesucristo? Porque es el llamado universal de Dios para todo creyente, aunque no tengamos el título de misioneros. Compartimos la buena nueva con otros por:
La condición espiritual de la humanidad. Sin Cristo, las personas están esclavizadas al pecado y destinadas a la condenación eterna. Aunque la mayoría tratan de practicar buenas obras o una religión falsa, nunca pueden vivir de acuerdo al estándar perfecto de Dios.
La misericordiosa provisión de Dios. Por amor, Dios envió a su Hijo para pagar el castigo por nuestro pecado, y lo resucitó a la vida en victoria. Pero el mundo necesita que los cristianos compartan esta buena noticia para que la gente decida reconocer su condición pecadora y creer.
La Gran Comisión. Toda persona que pertenece a Cristo tiene la responsabilidad de ir y hacer discípulos a todas las naciones, enseñándoles a obedecer sus mandamientos (Mt 28.19, 20). Para llevar a cabo esta gran tarea, se nos ha dado el Espíritu Santo, quien abre los corazones y da poder a nuestro testimonio.
La promesa de Jesucristo. Después de darles la Gran Comisión, el Maestro aseguró a sus discípulos el éxito de esta misión, diciendo: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt 28. 20).
Aunque este es nuestro llamamiento como creyentes, eso no significa que compartir el evangelio sea fácil. Pida al Señor valentía y compasión para anunciarlo, y para que los corazones de las personas reciban la verdad de Dios. Luego, deje el resto al Espíritu Santo.
Devocional original de Ministerios En Contacto