El mandamiento de Dios de honrar a los padres incluía una promesa.
Efesios 6.1-3
El mandamiento de Dios de honrar a los padres incluía una promesa. Les dijo a los israelitas que trataran a los padres con respeto para que les fuera bien y tuvieran larga vida sobre la tierra que les estaba dando (cf. Ex 20.12). Esto no garantizaba que respetar la autoridad significara necesariamente la supervivencia hasta la vejez; las palabras “vida” y “larga vida” parecen implicar productividad, fuerza y satisfacción, en vez de un cierto número de años. Esa promesa divina aún se aplica. Por desgracia, nuestro mundo caótico valora la independencia más que la obediencia, y la opinión juvenil más que la sabiduría que viene con la madurez. En el clima ateo de hoy, vemos a hijos de todas las edades rebelarse, pero a menudo parecen escapar de la disciplina. Esto ha llevado a dos actitudes peligrosas: una dice que las personas no necesitan aceptar la responsabilidad por sus acciones, y la otra permite descuidar el bien mayor en favor de los objetivos personales.
Para encontrar un ejemplo, basta con observar nuestras carreteras, donde no es difícil encontrar a alguien que desobedezca el límite de velocidad. Para crear una comunidad que honre a Cristo en una sociedad apartada de Dios, los creyentes deben enseñar a los hijos a honrar a sus padres, y luego disciplinar de manera correcta cualquier falta de respeto. Dar un buen ejemplo de honra es una buena manera de enseñar esta lección; nuestros hijos deben vernos tratar a nuestros padres con cuidado y consideración. “Honrar a tu padre y a tu madre” no es una sugerencia. El Señor ha puesto a estas personas importantes en nuestra vida. Ya sea que sintamos o no que han servido bien en ese rol, debemos obedecer a Dios dándoles cuidado y respeto.
Devocional original de Ministerios En Contacto