La alabanza es una celebración del Señor, pero cuando sufrimos, celebrar parece fuera de lugar.

2 Crónicas 20: 1-13

La alabanza es una celebración del Señor, pero cuando sufrimos, celebrar parece fuera de lugar. Sin embargo, la vida de fe es con frecuencia contraria a la vida humana normal. Josafat enfrentó su dificultad celebrando la obra de Dios y su fidelidad en el pasado, recordando sus promesas. Si respondemos de una manera semejante podremos, también, proceder con valentía.

La respuesta natural a los tiempos difíciles es la autocompasión; rememorar los detalles y las repercusiones de nuestro problema solo lo hace parecer más amenazante. Pero la alabanza enfoca nuestra atención en Dios. Si le estamos buscando por su ayuda, entonces no podemos dejar de reconocer su soberanía. Cada prueba que llega a nuestra vida es por la voluntad permisiva de Dios, lo que significa que Él tiene el control completo. Sean cuáles sean sus razones para permitir problemas en nuestra vida, Él es fiel para sacarnos adelante.

Recordar los hechos poderosos del Señor y enfocarnos en su soberanía en la vida cotidiana, nos recuerdan nuestra dependencia de Él (2 Cr 20.7-12). El rey esperaba que Dios interviniera porque el registro histórico demostraba que Él siempre había actuado para salvar a su pueblo. El reconocimiento de Israel de su propia impotencia fue lo que desató todo el poder de Dios. Cuando los creyentes tratamos de resolver nuestros problemas sin el Señor, el trabajo de Dios se ve entorpecido.

Nuestra alabanza está limitada solo por nuestro conocimiento. Cuanto más leamos y estudiemos la Biblia, más entenderemos los muchos atributos y promesas de Dios. Luego, cuando llegue la dificultad, podremos celebrar su fidelidad en el pasado mientras esperamos su ayuda prometida.

Devocional original de Ministerios En Contacto

La alabanza en tiempos difíciles

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