A menudo, oramos sin pensar mucho en lo que Dios quiere hacer en la vida de una persona.
Colosenses 1.9-12
Como cristianos, deseamos ser más como Cristo, y nos preocupa el crecimiento espiritual de otros creyentes, en especial de nuestros seres queridos. Pero la transformación no se logra esforzándonos más, ni colocando versículos bíblicos por todas partes con la esperanza de que los miembros de la familia los lean, para que así cambien. El recurso más poderoso que tenemos es la oración, y el apóstol Pablo nos ha dado un patrón específico que está centrado en Cristo.
A menudo, oramos sin pensar mucho en lo que Dios quiere hacer en la vida de una persona. En vez de eso, nos enfocamos en nuestras propias ideas con respecto a lo que Dios debe hacer. Cuánto más efectivas serían nuestras oraciones si oráramos de acuerdo con la voluntad de Dios, usando su Palabra como nuestra fuente de peticiones. La oración de Colosenses 1 se centra en los deseos del Padre celestial para sus hijos. Cuando vamos ante el Señor y sustituimos nuestro nombre o el nombre de un amigo o familiar por “ustedes” en los versículos 9 y 10, estamos orando por su voluntad específica para esas personas.
El Señor se deleita en responder las peticiones de que alguien se llene con el conocimiento de su voluntad y camine de una manera que le agrade a Él. Pero debemos tener cuidado de no pensar en esta oración como un encanto mágico. No funciona de esa manera. Estas piadosas cualidades toman tiempo para desarrollarse. Y si estamos orando por nosotros, debemos aprovechar los medios que Dios ha provisto para nuestra santificación o transformación, es decir, su Palabra. Si queremos conocer y entender la voluntad de Dios, debemos preguntarle y explorar la Biblia.
Devocional original de Ministerios En Contacto