Para que la Palabra se implante en su alma, es necesario un poco de profundización, y también paciencia mientras espera que el fruto espiritual se produzca.

Santiago 1.21-25

A la mayoría de los cristianos se les anima a apartar un tiempo devocional cada día. Esto incluye, por lo general, la lectura de la Biblia y la oración, las cuales son esenciales para el crecimiento espiritual. Pero debemos evaluar de vez en cuando qué efecto está teniendo esta práctica en nosotros. Dicho de otra manera, debemos preguntarnos: ¿Está mi tiempo a solas con el Señor cumpliendo el propósito de Él, o tan solo se ha convertido en un ritual que hago por costumbre o deber?

Santiago dice que necesitamos que la Palabra sea implantada en nosotros. Esto sucede cuando escuchamos y creemos el evangelio, lo cual nos lleva a la salvación. Pedro describe a la salvación como haber nacido de nuevo “mediante la palabra de Dios que vive y permanece” (1 P 1.23 LBLA). Pero la Palabra implantada hace aún más: nos santifica. Por eso Cristo oró a su Padre: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad” (Jn 17.17). La santificación es el proceso por el cual los creyentes nos volvemos más semejantes a Cristo en conducta, palabras y carácter. Y el medio que Dios utiliza es su Palabra.

Cuando la Palabra de Dios es implantada en nosotros, desarraiga los pecados y produce justicia. Un tiempo devocional no debe ser como la descripción en Santiago 1.24, de alguien que se mira en un espejo y luego olvida lo que ha visto. Por el contrario, debe involucrar una mirada muy atenta que nos transforme. La verdad divina penetra en el corazón, la mente y la voluntad y, al final, se expresa con obediencia. ¿Está dando fruto espiritual su tiempo a solas con Dios? Para que la Palabra se implante en su alma, es necesario un poco de profundización, y también paciencia mientras espera que el fruto espiritual se produzca.

Devocional original de Ministerios En Contacto

La palabra implantada

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