Debemos aprender a buscar a Dios en todas las circunstancias, desde lo disparatado e inesperado hasta lo sencillo y mundano.
Éxodo 3
¿Puede recordar algún momento en el que haya estado tan absorto en los detalles de su vida, que no haya podido escuchar la voz de Dios? En momentos como esos, es difícil detectar el susurro del Padre. Por eso, Él puede hablarnos a través de circunstancias extrañas para llamar nuestra atención. Pensemos en Moisés, en el tercer capítulo de Éxodo. Aunque tenía buena educación, y fue criado como príncipe, ahora estaba exiliado y humillado en el desierto. La vida no estaba yendo como él la había imaginado, y tal vez estaba falto de atención por el temor, la frustración y su dignidad herida. Pero Dios tenía grandes planes para Moisés y necesitaba llamar su atención. Entonces preparó algo que el pastor de ovejas no podía ignorar: una zarza que ardía y que no se consumía. Aun más sorprendente, ¡Dios le habló a través de esa zarza ardiente! ¿Cree que una escena así le habría llamado la atención a usted?
A veces, Dios también trabaja de esta manera con nosotros. Para poder hablarnos, debe primero captar toda nuestra atención haciendo algo tan extraño que no tengamos más opción que detenernos, mirar y escuchar.
Eso de accidentes en la vida de un hijo de Dios no es verdad. Cualquier cosa que veamos o escuchemos podría jugar un papel en el cumplimiento de su propósito. Debemos aprender a buscar a Dios en todas las circunstancias, desde lo disparatado e inesperado hasta lo sencillo y mundano. Ya sea que nuestra situación parezca buena o mala, somos sabios al pedirle al Señor que nos ayude a ver el asunto desde su perspectiva.
Devocional original de Ministerios En Contacto