Nuestro testimonio de fe es nuestra propia narración creíble, de primera mano, de un testigo del poder de Dios.
Colosenses 4.1-6
Piense en la más reciente discusión que tuvo usted con alguien. Por lo general, los desacuerdos surgen cuando dos personas ven las cosas de manera diferente. Parte del problema es que la mayoría de los problemas pueden ser vistos desde diversas perspectivas. Por eso, es fácil para las personas tomar posiciones antagónicas en un tema, ya que hacen suposiciones diferentes basadas en los mismos hechos. Esto puede ocurrir al testificar de Cristo a otras personas. Nuestro objetivo no es iniciar un debate, sino compartir el evangelio. Si alguien se opone a lo que decimos, podríamos desviarnos con argumentos. Sin embargo, cada uno de nosotros tiene algo que nadie más puede refutar: nuestro testimonio personal. Esto no es un tema de debate, sino una oportunidad para explicar nuestra propia experiencia y los resultados de nuestra decisión de seguir a Cristo.
Esté consciente de que todo creyente tiene un arma poderosa en su arsenal espiritual. Cuando usted comparte lo que Cristo ha hecho en su vida, nadie puede decirle: “Eso no está bien” o “Eso no sucedió en realidad”. Nuestro testimonio de fe es nuestra propia narración creíble, de primera mano, de un testigo del poder de Dios. Por eso es importante que estemos preparados para compartir nuestra historia. Las oportunidades a menudo llegan de repente, y no queremos dejar que pase el momento, por el mero hecho de no saber qué decir. Dedique esta semana algunos momentos para pensar en su historia con Cristo, y haga un resumen de su historia de fe. Pídale después que le abra una puerta para compartir el mensaje. Luego, cuando llegue la oportunidad, estará listo para contar a los demás lo que el Señor ha hecho en su vida.
Devocional original de Ministerios En Contacto