En la lectura de hoy, usa ilustraciones de puertas, árboles y objetos contrastantes para señalar que solo hay dos destinos posibles después de la muerte: el cielo y el infierno.

Mateo 7.13-27

La mayoría de la gente piensa que cuando mueran irán al cielo. Si usted les preguntara por qué, la mayoría diría que han sido buenas personas o que sus buenas acciones superan cualquier cosa negativa que hayan hecho. Pero la triste realidad es que la mayoría de la gente no irá al cielo, y eso incluye a algunos que dicen ser cristianos. Puede que no sea un tema popular de conversación, pero nuestro Salvador sabía que el infierno era esencial para entenderlo. En la lectura de hoy, usa ilustraciones de puertas, árboles y objetos contrastantes para señalar que solo hay dos destinos posibles después de la muerte: el cielo y el infierno. El Señor Jesús nos advierte acerca de una realidad muy seria: que no todos los que lo llaman “Señor”, en realidad le pertenecen (Mt 21-23).

Entonces, ¿qué distingue a un seguidor verdadero? Juan 14.15 nos dice que quienes aman al Salvador guardarán sus mandamientos. Esta obediencia comienza con creer que Cristo es el Hijo de Dios (Mt 3.36). En otras palabras, el primer paso es humillarnos ante Dios, reconociendo que somos pecadores y merecedores de la condenación. Luego, debemos clamar a Él, pidiéndole el perdón por el cual la sangre de su Hijo fue derramada por nosotros. De ahí en adelante, debemos vivir solo para Dios. Si usted escucha el evangelio pero no obedece, hágase esta pregunta: ¿Entiendo por completo la bondad del amor de Dios? Eso debería inspirarle a obedecer al Padre. Lucir bien no es suficiente para entrar en el reino de los cielos. Recuerde que a quienes lo reciben de verdad, Él les dará “el derecho de llegar a ser hijos de Dios” (Mt 1.12).

Devocional original de Ministerios En Contacto

¿Quiénes estarán en el cielo?

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