Servir a los demás antes de servirse a uno mismo es practicar el cristianismo auténtico.
Lucas 10.25-37
¿Entiende usted que los creyentes no deben mirar más allá del cuerpo de Cristo para encontrar respuestas a sus necesidades? Fuimos hechos para ser un cuerpo que se vale por sí mismo. Después de varias décadas en el ministerio, he encontrado solo una manera para que la iglesia funcione como debe: los creyentes deben comprometerse a ser de bendición para los demás.
Por ejemplo, un hombre decide orar y luchar al lado de un hermano que sufre, hasta que la gravosa situación se resuelva. O una mujer se ofrece a responder las preguntas que tiene una creyente nueva sobre el mensaje del domingo. Hay muchas otras formas de servir a otros, puede ser transportando a una persona anciana a la iglesia, enseñando una clase de la escuela dominical, o visitando a una agotada madre soltera para escuchar sus preocupaciones.
Antes de que las necesidades que hay en su iglesia le agobien, permítame recordarle que el amor a los hermanos es un esfuerzo de toda la iglesia. Una sola persona no puede satisfacer todas las necesidades. Así que, si usted se compromete a servir a un pequeño grupo de personas que Dios ha traído a su vida, y renuncia a sus preferencias personales en cuanto a tiempo y recursos, el Señor le bendecirá con más gozo y más contentamiento de los que usted jamás haya conocido.
Servir a los demás antes de servirse a uno mismo es practicar el cristianismo auténtico. Estoy seguro de que si nos comprometemos a dar respuesta a las necesidades que el Señor nos presente, nuestras iglesias serán transformadas en un verdadero cuerpo de creyentes que funcionan juntos para la gloria de Dios.
Devocional original de Ministerios En Contacto