Cuando surjan dificultades, recuerde lo mucho que Dios le ama.
Romanos 4.16-21
Como todos sabemos, muchas veces la vida nos enfrenta a circunstancias inesperadas o dolorosas. A veces, estas situaciones nos dejan con una sensación de miedo, desánimo y frustración. Por tanto, cabe preguntarse si el Señor es realmente confiable.
En esos inquietantes momentos, podemos descansar en que el Señor es perfecto en su amor. Consideremos 1 Juan 1.5: “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él”. Dicho de otra manera, todo lo que nuestro Padre celestial hace es justo. Y si Él es un Dios tierno, entonces es imposible que el Señor trate mal a uno de sus hijos. Podemos estar seguros de que todo lo que Él pone o permite en nuestra vida es bueno, y de que sus motivos son perfectamente puros.
Jesús demostró ese profundo cuidado por nosotros cuando ofreció su sangre en la cruz; no hay mayor demostración de amor que dar la vida por otra persona (Jn 15.13). Nuestra deuda de pecado solo podía ser pagada con un sacrificio perfecto (Dt 17.1). Cristo, el cordero perfecto, estuvo dispuesto a morir en nuestro lugar para que pudiéramos tener una relación eterna con el Padre celestial. Si Dios nos dio a su Hijo —el regalo más precioso y grandioso de todos— para ocuparse de nuestra mayor necesidad, entonces podemos confiar en que Él nos dará todo lo que necesitemos en la vida.
Cuando surjan dificultades, recuerde lo mucho que Dios le ama. Él lo demostró al dar voluntariamente a su Hijo para que llevara el castigo por nuestros pecados. Aunque las circunstancias sean dolorosas, usted puede tener la confianza de que está en las manos capaces y compasivas del Padre celestial, gracias a su amor.
Devocional original de Ministerios En Contacto