
Versículo:
Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. (Lucas 15:3-7 RV60)
María se esforzó toda su vida para sacar adelante a su pequeña hija, Cristina. Su esposo había muerto cuando aún su niña estaba pequeña y ella, renunciando a casarse de nuevo, optó por trabajar y darle humildemente lo mejor que pudo.
No es que tuvieran mucho, pero no les hacía falta nada. Contaban con lo necesario. A pesar de todo, cada día llenaban de alegría aquella casa de pueblo brasileño.
Cuando Cristina cumplió 15 años, la idea de cambiar su polvoriento barrio por las fascinantes calles y la vida urbana entró en su cabeza. Su madre se rehusaba a la posibilidad y con frecuencia trataba de explicarle lo duro que era la realidad de la vida en la ciudad. “¿Qué harías para ganarte la vida?”, le preguntaba.
María sabía lo que su hija tendría que hacer para ganarse la vida y un día se encontró con la sorpresa que Cristina se había ido de la casa. Su corazón quedó destruido.
La buscó por bares, hoteles y clubes nocturnos sin encontrarla, dejando una foto pegada con una nota en la parte de atrás. Aquella agotada madre tuvo que aceptar la realidad y se dio por vencida.
Un día, Cristina encontró una de esas fotos. Comenzó a llorar al leer la nota que estaba atrás: “Sea lo que sea que hayas hecho, en lo que te hayas convertido, no importa. Por favor, vuelve a casa”. Y ella lo hizo.
La Gracia y la Misericordia de Dios actúan de una forma similar. Sin juzgarnos por nuestro pasado, Él nos abre la puerta una vez más esperando que regresemos antes que sea demasiado tarde.
Dios es capaz de dejar las noventa y nueve ovejas para ir en búsqueda de una que se haya ido lejos. Posiblemente tú eres esa oveja. Sin importar lo que hayas hecho, el Padre te dice: “Por favor, vuelve a casa”.
Abundante perdón y nuevas oportunidades te esperan al abrazar la inmerecida Gracia de Cristo Jesús. Sus misericordias se han renovado hoy para ti. ¡No las menosprecies!.
Tomado del Libro “Segundas Oportunidades” de Max Lucado
Descarga una Muestra Gratis: Grupo Nelson