Por ser Dios omnisciente, amoroso y soberano, podemos confiar en que su respuesta será la mejor para nosotros.

Salmo 34.15-17

En medio de las crisis, el Señor está dispuesto a ayudarnos, y tiene el poder de hacerlo. Pero antes de que intervenga y libere su poder en nuestra situación, exige un corazón recto. Esto, por supuesto, no significa que debamos ser perfectos, lo que nuestro Padre sabe que sería imposible. Cuando un pecador acude a Dios para salvación, el Señor limpia de iniquidad el corazón de la persona y le da una nueva naturaleza (2 Co 5.17). Sin embargo, habrá momentos en que el creyente seguirá los viejos patrones carnales, por eso el Señor nos pide que confesemos nuestras faltas y nos arrepintamos cuando fallemos. Entonces, Él nos limpiará de toda injusticia (1 Jn 1.9). Por fortuna, Dios nos escucha a pesar de nuestras imperfecciones, si deseamos andar en sus caminos. No obstante, el problema surge cuando el cristiano vive en pecado de manera intencional, y decide no apartarse de él. En momentos como esos, el Señor no escuchará un corazón que no se ha arrepentido.

El pasaje de hoy enseña que el Padre celestial desea que sus hijos clamen a Él. En las pruebas, tendemos a orar con más enfoque, fervor y sinceridad. Ana es un buen ejemplo. Angustiada por su esterilidad, fue al templo e imploró al Señor con tanto sentimiento, ¡que el sacerdote pensó que estaba ebria! Dios respondió su ruego y abrió su matriz (1 S 1.1-20). Cuando venga una crisis, clame a nuestro Dios todopoderoso, pero asegúrese de hacerlo con un corazón recto. Entonces Él escuchará y responderá, ya sea concediéndole la petición que esperaba, o dándole una solución diferente. Por ser Dios omnisciente, amoroso y soberano, podemos confiar en que su respuesta será la mejor para nosotros.

Devocional original de Ministerios En Contacto

Clamar a Dios

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