Dios usa cada situación dolorosa para cumplir su voluntad en nuestra vida, y caminará a través de ellas con nosotros.
2 Timoteo 4.9-18
Ser decepcionado por un amigo causa gran angustia en la vida. El compañerismo es una de nuestras necesidades esenciales, y cuando los amigos nos fallan, nos sentimos heridos, rechazados y solos. Es probable que todos hayamos experimentado esto en mayor o menor grado, y el apóstol Pablo no fue la excepción. Aunque se había rodeado de amigos y sacrificado para llevar el evangelio por todo el mundo romano, estaba básicamente solo cuando se acercaba al final de su vida. Mientras pasaba sus últimos días en prisión, solo Lucas estaba con él.
Algunos de los amigos del apóstol estaban ministrando en otras partes del mundo, pero otros, como Demas, lo abandonaron. Cuando Pablo estuvo en su juicio preliminar, nadie lo apoyó. De hecho, todos lo habían abandonado. Asociarse con Pablo en ese momento era arriesgado. Habría sido comprensible que se quejara de los amigos que lo habían decepcionado en su momento de necesidad. Sin embargo, mostró un espíritu de perdón al decir: “No les sea tomado en cuenta” (2 Ti 4.16). Aunque la traición o el abandono duelan, nunca sanaremos si nos dejamos dominar por la amargura y el resentimiento. El perdón es nuestra única solución. Al igual que el apóstol Pablo, necesitamos una perspectiva eterna cuando nos enfrentemos a la desilusión. Nada llega a nuestra vida sin pasar primero por las manos de nuestro Padre celestial, ni ninguna experiencia es en vano. Sus caminos pueden no tener sentido para nosotros, pero Él usa cada situación dolorosa para cumplir su voluntad en nuestra vida, y caminará a través de ellas con nosotros.
Devocional original de Ministerios En Contacto