Considere en oración lo que le impulse a tomar una decisión y piense en las consecuencias potenciales de sus acciones.
Hebreos 12.15-17
Cualquier acto pecaminoso, ya sea mentir a un amigo, manipular a los compañeros de trabajo para salir adelante o robarle algo a otra persona, pone énfasis en la gratificación a cualquier costo. Las acciones en apariencia normales involucradas en tal acto pueden afectar el resto de nuestra vida. Para evitar sacrificar algo que valga la pena por algo que no tiene valor duradero, no debemos:
Permitir que los apetitos nos gobiernen. Todo el mundo tiene necesidades innatas, como el deseo de comer y dormir. Aunque son naturales y dadas por Dios, pueden convertirse en la fuerza motriz de nuestra vida si no somos cuidadosos. Los creyentes debemos tener el fruto espiritual del dominio propio, que gobierne nuestros anhelos (Ga 5.22, 23).
Hacer caso omiso de lo que es valioso de verdad. Las prioridades de Dios son del todo diferentes de lo que el mundo considera importante. A menos que cuidemos nuestro corazón (Pr 4.23), podemos ser distraídos con facilidad por búsquedas sin valor duradero.
Ignorar las consecuencias. Adán y Eva no contemplaron lo que podría suceder si comían el fruto prohibido; se enfocaron solo en el interés inmediato (Gn 3.1-19). Sansón tampoco pensó en las repercusiones de su relación con Dalila, y lo pagó muy caro (Jue 16.16-23). ¡Qué fácil es tomar una decisión precipitada debido a los beneficios inmediatos! El Señor quiere que, por el contrario, nos detengamos, oremos y busquemos su guía antes de actuar.
Considere en oración lo que le impulse a tomar una decisión y piense en las consecuencias potenciales de sus acciones.
Devocional original de Ministerios En Contacto