Cristo nos invita a buscar algo más de lo que este mundo puede ofrecer: el amor más grande de todos.

Si supiera cada pensamiento que las personas tienen en cuanto a usted, o si ellas supieran los pensamientos de usted en cuanto a ellas, ¿cuánto tiempo durarían esas relaciones? Felizmente, al Padre celestial eso no lo afecta, a pesar de saber todo acerca de nosotros, no solo nuestros pensamientos (Sal 139.4). Él escucha cada palabra y ve todas nuestras acciones. Y aunque solo Él conoce el alcance total de nuestras faltas, su amor por nosotros persiste como un fuego insaciable.

Reconocer nuestras faltas ante Dios cambia la manera en que pensamos acerca de nuestro pecado —y del amor que nos tiene a pesar de ello. Nos hace llorar, no solo por nosotros sino también por los pecados del mundo. Sin embargo, debemos recordar que Cristo no solo se entristeció por el pecado; también lo venció. Él nos invita a buscar algo más de lo que este mundo puede ofrecer: el amor más grande de todos.

PIENSE EN ESTO
• Medite en cómo las Bienaventuranzas se conectan entre sí. ¿De qué manera la pobreza de espíritu —el entregarnos a Dios— es parte de reconocer nuestras faltas y de afligirnos por ellas?

• ¿Ha experimentado usted consuelo en el dolor o en una situación difícil? Piense en cómo se sintió en esos momentos.

Devocional original de Ministerios En Contacto

El amor de Dios por nosotros

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