El Espíritu Santo te recordará lo que Dios ha dicho que debes o no hacer en el camino.
Lamentablemente, no todo el mundo llega al grado de aprender a vivir en obediencia. Es triste que la iglesia, muchas veces, sea la más desobediente. La iglesia, por querer alcanzar a la gente, en los tiempos que vivimos, baja sus estándares de vida, para tratar de lograr que más personas entren, pensando que ese es el modo correcto, lo cual no es enteramente correcto.
El mismo Cristo tuvo que dejar ir a gente que Él amaba porque no estuvieron dispuestos a vivir bajo el nivel de vida que él requería que se viviera. En una ocasión, Jesús está predicando y llegan a sacarlo del culto, del servicio, diciéndole que su mamá y sus hermanos estaban afuera, a lo que Jesús respondió: Mi madre y mis hermanos son los que hacen la voluntad de mi Padre. En otras palabras: Dile a mami y a mis hermanos que no es por sangre, que mi familia son aquellos que siguen y hacen la palabra de Dios. Palabras que, si las dices hoy a tus propios familiares, podrían sonar difíciles porque son palabras duras.
Otra persona por la cual Jesús no bajó sus estándares fue el joven rico. Jesús tuvo que dejar ir al joven, cuando este no quiso darle todo lo que tenía a los pobres. Cuando el joven se fue y le dio la espalda, Jesús no se fue detrás de él a suplicarle que no se fuera, ni negoció con él sobre cuánto podía dar o no; Jesús lo dejó ir y dijo: Cuán difícil es que un rico entre en el reino de los cielos. Hoy, muchos hubiesen negociado con el joven rico para que se quedara, y hubiesen cambiado su requisito de darlo todo a algún porcentaje cómodo para el joven. Bajan el estándar en la casa del Señor, pensando que eso es lo que le agrada a Dios.
Muchos, cuando van a la iglesia, sin vergüenza alguna, pegan su goma de mascar debajo de los asientos, tiran papeles de dulces al piso, entre otras cosas. Entonces, surge la pregunta: ¿Harán lo mismo en su propia casa? Cualquiera podría asumir que nadie anda en su propia casa pegando goma de mascar debajo de la mesa del comedor o de algún mueble. Piensa en esto: ¿No se supone que todo el mundo no haga afuera lo que no se atrevería hacer ni en su propia casa?
Lo triste de todo esto es que, sin darse cuenta, en las cosas y con las cosas de Dios, muchos bajan sus estándares de vida. La gente tiende a desobedecer por varias razones, entre ellas, por agradar a alguien. Un ejemplo de esto lo es la ocasión en que Saúl habla con el profeta Samuel, después que este le había dado una orden de parte del Dios de que destruyera todo lo de Amalec. Cuando Samuel le cuestiona por qué no hizo lo que Dios había ordenado, este le contesta: Porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tú Dios, pero lo demás lo destruimos. 1 Samuel 15:15. En otras palabras, le dice: No hice todo lo que Dios me pidió que hiciera y tome de lo que Dios me dijo que no tomara porque queríamos presentarle una ofrenda a Dios.
La gente cubre su desobediencia con razones nobles, como lo hizo Saúl. Dios dice que hay que dar el diezmo, pero entonces la gente dice: No voy a dar el diezmo a la iglesia o a la casa de Dios; se lo voy a dar a los pobres. Eso es desobedecer con nobleza. El que piensa así, dice voy a dar el diezmo pero en un lugar donde yo siento que es noble, pero esto no es otra cosa que desobedecer. Si analizas, esto es simplemente una manera de justificar por qué no hiciste algo de la manera en que se te dijo se hiciera; porque puedes dar una ofrenda para ayudar a los pobres, pero no necesariamente es el diezmo. Es como si tus hijos te dijeran: No te hice caso, no hice lo que me pediste, pero hice esto otro porque quería agradarte; eso es desobediencia.
“Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.” 1 Samuel 15:22. En este versículo, y en otras partes de la Biblia, encontrarás que, entre las cosas que agradan a Dios, está la obediencia del hombre. La gente pregunta: ¿Cómo obedezco a Dios? Dios te creó con la capacidad de percibir cuándo estás haciendo algo que no está correcto, aunque en ocasiones no te des cuenta de lo que es por completo. Pero, para que estés seguro, sigue la palabra de Dios y la voz del Espíritu Santo.
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” Juan 14:26. La Biblia sirve como manual y referencia al momento de manejar las diferentes situaciones que se presentan en la vida y el Espíritu Santo te recordará lo que Dios ha dicho que debes o no hacer en el camino. Para alcanzar todas las bendiciones que Dios te ha prometido debes aceptar el reto, el desafío, de aprender a obedecerle.
Devocional original de Otoniel Font