Dios quiere que confiemos en Él y nos rindamos a la obra de su Espíritu.

Romanos 6.14-18

Las librerías dedican secciones enteras a libros de autoayuda. No obstante, tal concepto está equivocado, ya que no podemos deshacernos de la naturaleza carnal. Podemos limpiar nuestras actitudes y acciones por un tiempo, pero el cambio duradero solo es posible por medio del Señor Jesucristo. Cuando su Espíritu vive en nosotros, podemos ser moldeados en seguidores victoriosos de Dios.

Es fundamental comprender que la Ley no fue hecha para salvación. Los mandamientos dados por medio de Moisés fueron concebidos para enseñarnos qué es el pecado, y cómo la humanidad viola la santidad. Para tener una vida que agrade a Dios, debemos obedecer los principios bíblicos, aunque eso no es suficiente para llevarnos al cielo. La Ley fue creada para llevarnos al Salvador para salvación; por medio de ella, entendemos nuestra incapacidad de obedecer los preceptos del Señor sin su ayuda (Ga 3.24).

La Ley advierte que la paga del pecado es muerte (vea Gn 3.3; Ro 6.23). Jesucristo es el cumplimiento de la Ley, ya que tomó nuestro pecado sobre sí y murió por nosotros. Cuando aceptamos su sacrificio a nuestro favor, estamos cubiertos por la gracia divina, y el Espíritu Santo viene a morar en nosotros.

Mediante el uso de la Biblia, el Espíritu de Dios nos desafía a someter los hábitos carnales y los patrones de pensamiento en obediencia a Cristo. El Espíritu Santo ilumina la mente del creyente con respecto al significado bíblico y a la aplicación. Por tanto, la Palabra de Dios es útil “para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Ti 3.16). Dios no quiere que vayamos a la sección de autoayuda de la librería; quiere que confiemos en Él y nos rindamos a la obra de su Espíritu.

Devocional original de Ministerios En Contacto

El poder de Cristo sobre la carne

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