En Génesis 24, vemos el momento en que Abraham envía a su siervo a buscar mujer para su hijo, Isaac. El siervo pidió a Dios señal para identificar a la mujer destinada para el hijo de su amo. Aquella mujer que le diera de beber, no tan solo a él, sino a sus camellos, sería la indicada.
Aquella mujer fue Rebeca, porque, aunque salió aquel día sin saber que iba camino a encontrarse con su destino, estuvo dispuesta a hacer lo que otros no estarían dispuestos a hacer.
Para que tú puedas recibir ese llamado de parte del Padre, para que Dios pueda sacarte de en medio de la multitud, para que Dios pueda sacarte del anonimato, tú tienes que estar dispuesto a hacer lo que otros no estarían dispuestos a hacer.
Una de las cosas que hace el Espíritu Santo, cuando tú vas de camino a encontrarte con tu destino, es que te revela que tú has sido llamado.
Cuando aquella joven salió de su casa, en algún momento, debe haberse preguntado a sí misma: ¿Qué he hecho? ¿Para dónde voy? Pero, cuando tú tienes al Espíritu Santo recordándote el llamado que Dios ha depositado sobre tu vida, eso te capacita, te da la fuerza para completar lo que Dios te ha llamado a hacer, porque uno de los trabajos que el Espíritu Santo va a hacer en tu vida es que te va a recordar para qué y para quién tú has sido llamado.
Rebeca había sido llamada para ser la esposa de Isaac.
Cuando estudiamos la biblia, nos damos cuenta de que Moisés estuvo cuarenta años en la casa de Faraón, y luego cuarenta años pastoreando en el desierto, porque él había sido llamado para liberar a los hebreos de sus cuatrocientos años de esclavitud.
Cuando estudiamos la historia de David, nos damos cuenta de que David pasó años solo, cuidando de las ovejas de su padre, mientras peleaba con el oso y con el león, pero llegó un momento en que Dios lo mandó a salir, y fue entonces que se encontró de frente con Goliat, porque David había sido llamado a reinar sobre todo el pueblo de Israel.
Cuando estudiamos la vida de José nos damos cuenta que José fue vendido como un esclavo, estuvo en lo más profundo del pozo, llegó al palacio y, luego que estuvo en el palacio, una vez más tuvo que ir a lo profundo, estuvo preso y, mientras estaba preso, un hombre en el palacio de Faraón recordó que José tenía la capacidad de interpretar sueños y, de una manera divina, toda la vida de José se fue organizando, para él llegar delante de Faraón, interpretar aquel sueño, porque José había sido llamado para sacar al pueblo de Israel de la escasez. José había sido llamado para entrar a Egipto, almacenar para la casa de su padre, y en el momento preciso, Dios trajo a sus hermanos –aquellos que lo habían vendido– para que él, con misericordia divina pudiera perdonarlos, y cumplir el propósito que Dios había depositado sobre su vida.
Una de las cosas que nos separa del camino, una de las cosas que nos detiene en el camino, es cuando sentimos que nuestra vida no tiene significado, que no tiene sentido, cuando sentimos que no hemos sido llamados a algo.
Todos tenemos un llamado especial de parte de Dios. Todos hemos sido llamados a bendecir a alguien. Un padre ha sido llamado a bendecir a sus hijos, un doctor ha sido llamado a bendecir a sus pacientes, un abogado ha sido llamado a bendecir a sus clientes, un maestro ha sido llamado a bendecir a sus estudiantes, un pastor ha sido llamado a bendecir a su feligresía.
David fue llamado para el pueblo de Israel, Moisés fue llamado para los hebreos, Abraham fue llamado para ser el padre de la fe, para ser el padre de multitud de gente, Rebeca había sido llamada para ser la esposa de Isaac, y la pregunta para ti es: ¿Para quién tú has sido llamado? ¿Para quién Dios te ha apartado? ¿Para quién Dios te ha separado? Porque una de las cosas que hace el Espíritu Santo en tu vida, es que le da significado, sentido, a tu vida.
Dios te ha escogido a ti para bendecir a alguien.
– Pastora Omayra Font.
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