La predicación del evangelio abre los corazones, produce cambios, señales y milagros. Al que es obediente el Señor lo exalta, le abre puertas y le da a entender su voluntad.
La predicación del evangelio abre los corazones, produce cambios, señales y milagros. Al que es obediente el Señor lo exalta, le abre puertas y le da a entender su voluntad.