En el principio, Dios creó el mundo, un lugar para que cada ser viviente florezca.
En el principio, Dios creó el mundo, un lugar para que cada ser viviente florezca. Al decirles al primer hombre y a la primera mujer que fueran mayordomos de la Tierra, les dio poder para mantener la armonía en su creación si le obedecían, o para traer conflicto si no lo hacían.
Mientras Cristo hablaba, la multitud que lo rodeaba debió recordar que Dios había encargado a sus antepasados que se ocuparan de la Tierra, para “cultivarla… y cuidarla” (Cf. Gn 2.15 NBLA). Al mismo tiempo, sabían muy bien lo que significaba ser oprimidos, ya que sus ciudades estaban ocupadas por conquistadores militares. En este contexto, imagínese cómo recibieron su promesa de que los mansos heredarían la Tierra. Tal vez imaginaron a sus opresores terrenales cayendo de rodillas ante Dios, o tal vez imaginaron libertad y riquezas.
PIENSE EN ESTO
Considere cómo el vivir en el mundo de hoy puede influir en la forma en que escuchamos las palabras de Cristo. ¿Se ve afectada su perspectiva por la mentalidad actual? ¿Qué significa hoy, en el 2020, ser mansos y fieles mayordomos?
¿Qué le viene a la mente cuando piensa en heredar la Tierra? Considere lo que significa eso, tanto para usted individualmente como para la Iglesia.
Devocional original de Ministerios En Contacto