La salvación es un regalo que se recibe mediante la fe en Cristo.
Efesios 2.1-10
Cuando el Salvador caminó en esta Tierra, un grupo de personas lo rechazó: los fariseos. Las personas más rectas en apariencia de aquellos días no podían verse a sí mismas como pecadoras. Estos líderes religiosos asumieron que no tenían necesidad de Cristo, quien dijo que había venido a buscar y a salvar a los perdidos (Lc 19.10).
Muchas personas hoy piensan lo mismo: que son lo bastante buenas para llegar al cielo sin ayuda. Después de todo, no son delincuentes, por lo que, con seguridad, sus buenas acciones deben superar las malas, ¿no es verdad? Falso. A los ojos de Dios, todos estamos muertos espiritualmente, esclavizados por los deseos, y somos “por naturaleza hijos de ira” (Ef 2.1-3).
El orgullo a menudo nos impide comprender el alcance de nuestra culpa. El pecado llevó a la caída de Satanás, y ha infectado a todos los humanos desde Adán y Eva. Nos gusta pensar que hay algo en nosotros que es bastante bueno para complacer al Señor, pero la Biblia enseña que podemos ser salvos solo por la misericordia de Dios.
La salvación es un regalo que se recibe mediante la fe en Cristo (Ef 2.8). No hay nada que podamos hacer para ganarla, porque todo lo bueno que hagamos está manchado por el pecado que habita en nosotros. Confíe en la muerte de Cristo como el pago por sus pecados; entonces será hecho nuevo (2 Co 5.17).
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