La fe y el compromiso de Pablo con el Señor eran partes integrales de su pensamiento, conversación y trabajo.
Romanos 6.5-14
El apóstol Pablo servía al Señor con entusiasmo. El fervor del apóstol estaba motivado por tres cosas: la gratitud por el inmerecido, pero maravilloso, regalo de la salvación; la convicción de que el mensaje del evangelio era auténtico; y la conciencia de que, por medio de la cruz, el poder del pecado sobre él había sido destruido.
Antes de ser salvos, éramos esclavos del pecado e incapaces de librarnos de él. Pero ahora, al estar unidos con Cristo en su muerte y resurrección
(Ro 6.5, 6), hemos recibido el poder de decirle no a la tentación, y podemos elegir el camino de Dios. Pablo sabía que su vieja naturaleza egoísta había sido crucificada con Cristo; el pecado ya no tenía control sobre él. Este conocimiento alimentaba su pasión de seguir a Jesús y vivir para Él (Ga 2.20).
Guiado por la misión que recibió de Cristo, Pablo expresaba su fervor por medio de la obediencia a la dirección del Señor. Nuestro Padre celestial quiere que concentremos nuestra pasión en llevar a cabo su plan (Mt 28.19, 20).
Al igual que Pablo, estamos llamados a tener una vida crucificada en la que el Señor tenga el primer lugar. Esto implica aprender a caminar por fe y permanecer firmes ante la tentación. Aunque no podemos lograrlo con nuestras propias fuerzas, sí podemos hacerlo por medio del Espíritu Santo.
La fe y el compromiso de Pablo con el Señor eran partes integrales de su pensamiento, conversación y trabajo. Su fe lo motivaba a seguir adelante. Él sabía que la salvación daba perdón por el pasado, y una manera de vivir victoriosamente en el futuro.
Devocional original de Ministerios En Contacto