El bautismo es un mandamiento para todos los creyentes, no una opción.
Hechos 8.26-39
Es Probable que usted haya escuchado el dicho: “Una imagen vale más que mil palabras”. Aunque no podemos negar el poder del evangelio comunicado con palabras, hay un gran beneficio al ver la salvación manifestada de una manera dramática en el bautismo de un nuevo creyente. Cuando entramos en las aguas del bautismo…
Proclamamos el mensaje del evangelio: que Jesucristo murió por nuestros pecados, fue sepultado y resucitó al tercer día. El bautismo sirve como un recordatorio de lo que el Salvador ha hecho por nosotros.
Mostramos lo que ha sucedido con nosotros por la salvación (Ro 6.3-14). Sumergirse en el agua representa la muerte y la sepultura con Cristo de nuestra antigua vida. Ser levantado del agua expresa nuestra nueva vida en Cristo y nuestra unión a Él. Así como nuestro Padre celestial resucitó a Jesucristo de entre los muertos y le dio vida, ha hecho lo mismo por nosotros espiritualmente. Ya no somos la persona que una vez fuimos, porque Cristo ha roto el poder del pecado en nosotros.
Declaramos de manera pública nuestra fe en la resurrección de Jesucristo y en nuestra propia resurrección corporal futura. Señala la verdad de que hay vida más allá de la tumba. Algún día, también recibiremos un cuerpo resucitado y viviremos para siempre con Cristo. El bautismo es un mandamiento para todos los creyentes, no una opción. Como tal, es tanto una obligación como un privilegio. Nuestra familia y nuestros amigos no creyentes necesitan ver esta verdad en nuestra vida. Y usted, ¿ha dado testimonio público de fe en Jesucristo por medio del bautismo?
Devocional original de Ministerios En Contacto